Escenario

Cine africano propone en Cannes dos películas sólidas y opuestas, ambas miradas de mujer

COBERTURA. Les filles d'Olfa, de la tunecina Kaouther Ben Hania, y Banel e Adama, de la franco senegalesa Ramata-Toulaye Sy cautivaron al festival

séptimo arte

Presentación de 'Les filles d'Olfa' en Cannes.

Presentación de 'Les filles d'Olfa' en Cannes.

EFE/Pascal Le Segretain/Getty Images

El cine africano no es el más numeroso en Cannes pero en esta 76 edición hubo dos películas a competición que demuestran su variedad de miradas y la solidez de sus propuestas: Les filles d'Olfa, de la tunecina Kaouther Ben Hania, y Banel e Adama, de la franco senegalesa Ramata-Toulaye Sy.

Dos directoras con estilos muy opuestos y en momentos muy diferentes de sus carreras. Ópera prima la “gran historia de amor” de Sy, como ella la definió hoy en una rueda de prensa, y el quinto largometraje de Ben Hania, que hace un complejo ejercicio de estilo para contar una terrible historia real de radicalismo islámico.

Una mezcla de ficción y realidad para contar la historia de una madre y sus cuatro hijas, las dos mayores captadas por el Estado Islámico y encarceladas en Libia, y las dos pequeñas, completamente alejadas de ese tema.

La Olfa Hamrouni real se mezcla con la actriz que le da vida en la ficción, Hend Sabri, al igual que ocurre entre las intérpretes que dan vida a las dos hijas desaparecidas y las dos pequeñas que son ellas mismas y aportan sus recuerdos.

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Los recuerdos reales de Olfa

“Tenía un personaje real así que era la vida real la que necesitaba cuestionar en su memoria y sus vivencias, lo que no podía hacer yo sola con Olfa, necesitaba una doble de ficción”, explicó la directora en rueda de prensa.

A través de los recuerdos de Olfa y de sus conversaciones con las actrices y con sus hijas se va descubriendo lo que ocurrió en un pasado que ha marcado su vida para siempre.

Unos hechos que llevaron a la madre a denunciar públicamente la inacción de las autoridades tunecinas y a contar el caso en los medios de su país. Y fue precisamente al escuchar una entrevista en una radio cuando Ben Hania supo de la historia y decidió hacer una película.

En el caso de Banel e Adama se trata del ejercicio fin de estudios de Ramata-Toulaye Sy, que lo considera “un cuento, una tragedia y sobre todo una historia de amor”. “Mi objetivo -aseguró- era escribir la más grande historia de amor de África”.

Aunque nacida en Francia de padres senegaleses, la realizadora pasó los veranos de su infancia en el país de sus ancestros y cuando tuvo que escribir el guión del filme se fue a la aldea de la que procede la familia, en una zona desértica, aislada y sin electricidad.

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Banel e Adama, los sueños de juventud

“Quería escribir una historia universal y atemporal”, afirmó la realizadora, que se inspiró en personajes míticos y malvados como Lady Macbeth o Medea para construir el de Banel. Quería que el personaje fuera antipático y mostrar “ese lado oscuro que todos tenemos”.

Banel (Khady Mane) está casada con Adama (Mamadou Diallo) y los dos jóvenes sueñan con una vida diferente a la de sus mayores y tratan de desenterrar unas casas a las afueras del pueblo que quedaron sepultadas bajo la arena del desierto.

Pero las obligaciones de Adama, que es el heredero del puesto del jefe del pueblo, y la impaciencia de Banel, lo cambia todo.

Una película en la que también hay sutiles referencias a la esclavitud. “Todo el mundo está afectado por ese racismo, es condescendencia entre el norte y el sur”, afirmó la realizadora, que utilizó intérpretes no profesionales para el filme.