David Cronenberg: ‘Invito al espectador a que se apunte y tenga mi misma experiencia’
COBERTURA. El cineasta ya está en la historia del cine como creador del “horror biológico”, un lenguaje diferente y rompedor, muy orgánico, un estilo que ya han incorporado seguidores como la realizadora francesa Julia Ducornau.
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El canadiense David Cronenberg, creador de las películas más perturbadoras, provocadoras y orgánicas del cine de los últimos cincuenta años, aseguró este miércoles que su intención no es tanto empujar al público a ir más allá de sus límites, sino a él mismo.
“Invito al espectador a que se apunte y tenga mi misma experiencia”, indicó el cineasta, que hoy recibirá de manos del realizador argentino Gaspar Noé el segundo premio Donostia del 70.º festival español de cine de San Sebastián. El primero fue entregado el domingo pasado a la actriz francesa Juliette Binoche.
“Solía pensar que, cuando te daban un premio a toda tu carrera, era como decirte ‘bueno, basta, para de hacer cine’, pero ahora me doy cuenta de que es para decirme ‘sigue haciendo más películas’”, comentó en rueda de prensa.
También respondió preguntas sobre su último filme, Crimes of the future, que se proyecta después de la gala de entrega del premio, una figura que representa una farola de ocho brazos.
“He estado haciendo películas durante cincuenta años y he ganado algunos premios, pero es un honor ser reconocido en un sitio como San Sebastián, un festival con un trasfondo histórico y cultural y que ha sido importantísimo durante muchos años. Me alienta a seguir adelante en el futuro”, aseguró.
UN CINE INNOVADOR
Nacido en Toronto (1943), Cronenberg ya está en la historia del cine como creador del “horror biológico”, un lenguaje diferente y rompedor, muy orgánico, un estilo que ya han incorporado seguidores como la brillante realizadora francesa Julia Ducornau, autora de Titane (2021).
“Me satisface que me digan que soy un modelo a seguir o inspiración, pero no es por esa razón por la que hago cine. Que existan nuevos directores como Ducornau me confirma que tengo una familia nueva que no son coetáneos míos, pero si los considero contemporáneos por la intensidad o el estilo de su cine”.
El director de Crash (1996) y eXistenZe (1999) recordó que empezó su carrera como escritor, porque su padre lo era, pero el cine le “raptó”. Aseguró que, si alguna vez hiciera un guion “demasiado extremo”, que no se pudiera rodar, lo convertiría en una novela.
Siempre interesado por la tecnología (todas sus películas incluyen las relaciones del hombre y la máquina), aseguró que hoy, con un buen teléfono móvil, se puede hacer una película. De hecho, retó a encontrar algunos planos de Crime of the future rodados así.
Confesó que lleva audífonos y recientemente lo operaron de cataratas. “Por tanto, no tengo las lentes con las que he visto los últimos 75 años, hoy lo tengo todo tecnológico, así que soy biónico, yo soy el futuro”, comentó con humor.
TAMBIÉN PERTURBADOR
Su cine no tiene nada de “profético”, afirmó: “Ese no es mi trabajo, no intento predecir el futuro ni soy político para sugerir cómo arreglarlo; pero, como artista, tengo antenas que me hacen más sensible, solo accidentalmente predigo el futuro, pero no intento avisar a la gente de nada”.
Aunque, eso sí, a menudo se encuentra con “cosas desestabilizadoras, perturbadoras”. Son las que nutren una filmografía de medio centenar de títulos, entre los que se encuentran obras maestras como La mosca (1986) o Promesas del este (2007), donde ya trabajó con el actor Viggo Mortensen, una especie de “alter ego” del director, que protagoniza la inquietante Crime of the future.
En ella, Mortensen es Saul Tenser, un artista que utiliza su cuerpo como materia prima para sus obras, también sus vísceras, que ha logrado tatuar; a veces siente dolor, un sentimiento olvidado por sus contemporáneos, que se fascinan con las obras de los artistas corporales como este.
Además del arte, que Cronenberg considera que tiene “una esencia criminal, al igual que los artistas”, la película es una distopía en la que los humanos necesitan mutar para poder alimentarse de los residuos que ellos mismos producen.
“Me preocupa el éxito que podamos tener para arreglar el mal que le hemos lanzado al mundo, pero con tal de que tengamos el deseo de cambiarlo, creo que algo haremos -apuntó-. El problema es que tenemos locuras como la guerra de Ucrania, aparte del cambio climático; no tengo respuesta sobre si nos hemos pasado y no lo conseguiremos, pero no soy demasiado optimista”.