Escenario

‘Fauna’: Una reflexión sobre la arrogancia de los humanos ante los ciclos de vida naturales

CORTE Y QUEDA. El más reciente documental de Pau Faus formó parte de la competencia oficial del Festival Internacional de Cine en Guadalajara

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Fotograma de 'Fauna'.

Fotograma de 'Fauna'.

ESPECIAL

Creo que la verdad tiene solo una cara. La de una violenta contradicción”. Con esa cita de Georges Bataille comienza Fauna, documental del catalán Pau Faus, que a través de su cámara se atreve a mostrar esa contrariedad referida por el escritor en el que la ciencia y la naturaleza son vistas como una relación ambigua que, a pesar de depender una de otra, termina por crear un sesgo brutal entre ambas.

La historia se centra en un bosque a las afueras de Barcelona, donde un viejo pastor llamado Valeriano vive con su rebaño de cabras y ovejas, justo a un costado de un laboratorio con alta tecnología que, irónicamente, se dedica a la experimentación animal. Desde la primera secuencia, Faus no tiene empacho en mostrar al espectador esa rutina que mantiene el protagonista del documental. La fauna que lo rodea es clave, su trabajo depende de ello, de ese contacto inevitable con la naturaleza.

Pero poco a poco, Faus aleja la cámara para atravesar una ventana, esa que separa el mundo de Valeriano del laboratorio, donde la fauna adquiere un valor frío, esquemático, sin conexión alguna más que el del sacrificio por el bien común de la ciencia para encontrar tratamientos médicos adecuados y hasta la vacuna del COVID 19. Es este choque de mundos aparentemente contrarios el centro de su relato, planteando interesantes interrogantes acerca de la relación que tenemos como seres humanos con los animales y la ciencia misma en una era post pandémica.

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Faus se sumerge en ese microuniverso apartado por completo de la consciencia natural. En el laboratorio se menciona que cada ser vivo que no es humano no sale con vida, es incinerado y no queda rastro de su existencia. Así, en el transcurso del relato, vemos entrar ovejas, cerdos, aquellas especies que sirven meramente como carne de cañón para toda clase de experimentos. La presencia incluso de un insecto que inesperadamente aparece arrastrándose en los interiores del lugar es cuestión de preocupación máxima para los científicos por las posibles fugas, o tal vez porque aquí la fauna no tiene lugar para vivir.

Mientras, el contraste es drástico con Valeriano. Él procura, cuida y se beneficia de lo que su rebaño le da, existe esa sinergia en la que le preocupa la vida de sus animales. Pero con la edad, el pastor padece de una enfermedad que lo va alejando de esa labor, lo cual se cierne como una paradoja de cómo la naturaleza misma o la importancia de la conexión que ella tiene con el ser humano se va agotando para dar paso al progreso, a una vida en que la fauna existe para ser explotada, diciendo adiós no sólo a un oficio como el pastoreo, sino a ese lazo con lo que nos rodea.

Valeriano pasea a través de su bosque que está pegado a una carretera. El paso de los autos resulta contrastante a la caminata de sus ovejas. Ni que decir de algunos turistas que toman fotos a los animales y al mismo pastor, más como un recuerdo de algo que ya no existe que por respeto al oficio o conocimiento del mismo. Faus también plantea ese dilema de la tecnología y la naturaleza. ¿Es necesario continuar con la experimentación de esta forma? Para la ciencia es un tajante afirmativo a pesar de las consecuencias que eso traiga. 

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Asimismo, el sacrificio de los animales plantea otra disyuntiva: ¿son acaso, sus vidas, menos valiosas que la vida humana? A través del rústico paisaje que rodea al avanzado centro de investigación, se generan estos planteamientos llenos de contrastes entre dos visiones, la de Valeriano y la de los científicos. Existe un aire de voracidad de uno sobre el otro, a pesar de que comparten el mismo mundo. Sin embargo, son esas analogías las que hacen de Fauna un proyecto por demás interesante.

El gran mérito de Faus recae en mostrar un ciclo de la vida, las disparidades que hay entre vivir la naturaleza y cómo la muerte de ella nos lleva a nosotros mismos por caminos arrogantes, de exceso, donde se crea una especie de fábula de ciencia ficción que lleva hacia la reflexión final del desmesurado crecimiento de la ciencia y la tecnología que consume la sinergia que el humano con la fauna y la flora de un mundo que se encamina a un final drástico de no reconsiderar nuestros pasos. 

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