El actor mexicano Juan Daniel García Treviño atravesó “un camino lleno de espinas” para estar en el filme La civil tras elegir al cine como una nueva posibilidad de vida, lo que lo orilló a dejar su barrio, amigos y gran pasión por la música en el norteño estado de Nuevo León.
Sin embargo, actualmente, aquel talento descubierto por Fernando Frías de la Parra para protagonizar su filme Ya no estoy aquí, se ha convertido en una figura importante en el cine, con actuaciones destacadas en filmes como Manto de gemas (2022) de Natalia López Gallardo, que llegó a la Berlinale; Perdidos en la noche (2023), de Amat Escalante, que llegó a Cannes; y El norte sobre el vacío (2022), de Alejandra Márquez Abella que protagoniza los Premios Ariel.
Justamente, Juan Daniel García Treviño también acapara reflectores con una nominación a Mejor Coactuación Masculina por su trabajo en La civil, de Teodora Mihai. La segunda nominación en su carrera y que podría ser su segundo premio luego de ganar a Mejor Revelación Actoral por la mencionada Ya no estoy aquí.
En Crónica Escenario conversamos con el actor:
Juan Daniel, eres de los actores bomba de esta generación, uno de los actores que ha tenido un crecimiento exponencial y brutal desde sus primeras películas ¿Cómo ves tu crecimiento y esta nominación al Ariel?
¿Cómo veo yo mi crecimiento? Ni siquiera lo veo, ¿sabes? Es como sorpresa siempre, ¿no? Siempre he dejado que la vida fluya así también, no me gusta prepararme para nada, porque, no sé, no me siento honesto, siento que me gusta platicarlo desde el corazón, de lo que sale en el momento y espero que sea recíproco del universo también, que me sorprenda, y que me siga guiando por un buen camino. Porque ni siquiera yo me he propuesto eso de que este año voy a hacer series, o este año voy a hacer teatro, o este año voy a hacer películas, la vida me ha llevado proyectos hermosos, proyectos que se quedan en mi vida y que les aprendo demasiado.
Yo vengo de Monterrey, de un barrio muy bajo, no tuve estudios, no tuve trabajo, no tuve como ciertas oportunidades que yo hubiese querido en ese entonces, pero tenía muchas ganas de salir de ahí, de hacer cosas chidas para la banda también. Empecé con mi proyecto de música y ahí entendí un poco que me tenía que dejar llevar, porque de ahí llegó la soldadura, mi primer trabajo como obrero en soldadura. Me hizo un chingón en la música, me hice un chingón en la soldadura, llegó la actuación también y dije, ok, vamos a dejar que el universo haga lo suyo, entonces gané un Ariel el 2020 por mi primera película (Ya no estoy aquí de Fernando Frías).
Yo estaba acostado en mi cama, venía de una tomadera con unos amigos y estaba en la casa de un tío tomando con mi familia y me acosté y me hablan por teléfono, ya me habían dicho que estaba nominado, pero yo no sabía ni siquiera que eran los Arieles, yo estaba acostado en mi cama y me hablan por teléfono diez minutos antes de que iniciara la ceremonia, me hablan por teléfono de los Arieles y me dicen, “oye, conéctate que te están llamando para los Arieles” y yo, ¿qué? ¿A mí para los Arieles? Entonces, pues ya me conecté, me dieron el premio, era algo que yo ni siquiera esperaba, me cayó el veinte como a la semana, como a la semana que estaba ahí en mi casa, me levanté un día con buen humor, buenos ánimos, un día chido y lo vi ahí, vi el Ariel ahí y dije, ¡madres!, tengo un Ariel, ¿sabes?
En la industria, en el poco tiempo que estuve trabajando en ese entonces yo siempre escuchaba historias de que la gente se prepara para esto, que la gente se prepara para que algún día reconozcan su trabajo de esta manera, “que te reconozcan en los Arieles tu trabajo es como, boom, ‘ya puedo morirme’, los actores, eso me decían a mí, yo dije, ‘verga, yo no me quiero morir’, entonces yo no tomé nunca tanta importancia a los premios ni nada de esto, sino a las cosas que estaba haciendo, a elegir bien mis proyectos, elegir con quien quería trabajar, conocer personas, fue muy raro. Te lo digo desde emociones, ideas, memorias que me llegan ahorita de cómo lo viví ese día, yo también”.
Algo me llama la atención es que, si bien la gente de la industria del cine te ubica ya por tus trabajos, para el gran público, en realidad, te ubican más a raíz de VGLY, esta serie de HBO, te siguen mucho y adoran tu personaje, ¿cómo se dio para ti este personaje?
Fue increíble, estamos tal para cual el personaje y yo. Mucha banda me decía “qué chido, que estés haciendo series, que le estés metiendo a la televisión” y yo les decía que sí, pero desde mi plano, desde mi ángulo, desde mi mundo, desde donde yo quiero contar la historia, no desde donde me vayan a guiar o desde donde esté un texto ya marcado. Yo quiero mostrar una realidad de lo que es la música, porque yo soy músico también, mi primer empleo fue la música.
Este personaje también es músico y le juega a las mezclas y todo esto, entonces, pues yo también estoy en este mundo, pero yo en la cumbia y en el vallenato y en lo tropical, y este camarada otro, el flex, el hip hop, el rap, el género urbano, entonces era cómo podemos compartirnos la experiencia del otro.
Me compré un ukelele para ese personaje, para empezar como a descubrir al personaje desde la música que me gusta a mí, empecé como a trabajarlo desde ahí, entonces fue como muy fácil, muy rico abordar este personaje porque teníamos casi los mismos gustos, la música, somos muy apasionados para sacar los proyecto, como sus propios proyectos, cuidar a los suyos, a sus amigos, a su entorno, a su otra familia. Fue muy enriquecedor hacer este personaje. Justo la gente lo quiere mucho, el hecho de que es bisexual, la banda lo aprecia un chingo, ha sido un personaje muy entrañable, muy bonito.
En La Civil tienes dos grandes escenas donde le das esta réplica perfecta al personaje de Arcelia Ramírez, al principio y al final. Eres un actor muy joven y tienes enfrente a la gran diva que tiene el cine mexicano que es Arcelia y le das algo que actores con una gran preparación no dan siempre, una gran réplica ¿Cómo te ves tú en pantalla, ya que ves esta escena, de lo que puedes hacer tú en pantalla?
Raro, todavía me siento raro. Verme en la pantalla todavía me siento raro. Es como si ahorita me enseñaran la entrevista y me estoy viendo y es como no, no me gusta verme, ¿sabes? Un poco no me gusta, pero sí me gusta también.
No me gusta el opinar de mi trabajo. Me gusta verla porque es una historia nueva, es otro mundo distinto, personas diferentes que están viviendo esta historia, entonces yo no lo veo como un personaje, no lo veo como mi interpretación, es como, ok, al momento yo lo viví, ahora quiero ver cómo se vivió ese momento, más allá de si lo hice bien o no, más por ahí.
En Perdidos de la noche, la más reciente película de Amat Escalante, donde él se arriesga a hacer cosas diferentes y donde todo el peso de la historia, todo el peso de la película, cae en tus hombros. ¿Cuándo leíste al guion, eras consciente que todo recaía en ti o fue hasta que viste la película?
Yo tengo una historia gigante con Amat, más allá de la película, más allá de lo que es la industria, más allá de nuestro trabajo, tengo una historia muy chida con él. Trabajamos juntos, él y yo, en una agencia de casting, BM Casting, que fueron los que me encontraron a mí para Ya no estoy aquí, me vine a trabajar a Ciudad de México con ellos y estamos llevando el casting para Perdidos en la noche, la película de Amat y yo ni siquiera estaba haciendo casting para la película, yo estaba haciendo foto fija, yo estaba haciendo foto en movimiento, como cámara en movimiento y de pronto nos cae esta película y a mí me dicen “oye, el chavito de esta película es un vato de tu edad ¿cómo ves si te aprendes las escenas y te agarras a dar réplica también?”.
Fue como que “a huevo, para mí esto es un entrenamiento también”, yo lo pensé así y me pasaron las escenas, las estudié y de pronto llega Amat Escalante, yo ni lo conocía, no sabía ni quién era y de pronto me dieron las escenas y yo ya tenía como muchas escenas ya trabajadas de la película y de réplicas de otros personajes, la historia la tenía muy presente, pero no conocía el guión.
Hacemos el casting, Amat ya tiene sus personajes y pasa todo un año, se inunda la casa en la que iba a trabajar Amat y eso me da la oportunidad a mí para entrar al proyecto, me habla y me dice ¿cómo andas de fechas? Le dije “no mames que me estás considerando para tu película” y me dice “sí y no, es que mira pasó esto y no sé qué y me gustaría esto”, y le digo, estoy trabajando Amat, pero dame tantito tiempo y lo armamos, me dijo “mira, si tiene que pasar va a pasar dejémoslo así”. Y pues la hicimos.
Dos meses después me habló y empezamos a trabajar ya en la película. Le dije “oye, ¿tú crees que está bien que no tenga el guion? Yo confío en ti, siento que podemos trabajar y hacer cosas bien chidas, pero ¿está bien que no tenga el guion?” Y me dice “mira, te lo voy a dar”. No me lo había dado hasta como un mes o quince días antes de empezar la filmación, me dijo, “solo léelo, solo guíate, pero no te aprendas nada de lo que está ahí, ni siquiera tiene sentido, pero yo ya sé lo que vamos a hacer”. Yo le dije “ok, yo lo dejo todo en tus manos, vamos a trabajar”. La primera vez que conocí el guion, la película y lo que hicimos, fue en Cannes.
De un lugar muy perdido en Monterrey a la alfombra roja de Cannes.
Sí, sí, de Monterrey para el mundo, literal.
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