Escenario

Ken Loach y su filme ‘The Old Oak ’ denuncian la inacción de los gobiernos en Cannes

COBERTURA. ‘The Old Oak ’ de Ken Loach fue presentado en competición en el Festival de Cannes, donde, sigue denunciando las desigualdades y abogó por construir una verdadera oposición al poder establecido>

El director Ken Loach y el actor Brendan Gleeson celebran el premio a la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes
El cineasta británico Ken Loach y Paul Laverty, guionista de ‘The Old Oak’ El cineasta británico Ken Loach y Paul Laverty, guionista de ‘The Old Oak’ (EFE/EPA/Mohammed Badra)

Ken Loach es una de las voces más políticas del cine contemporáneo y a sus 86 años sigue denunciando las desigualdades con películas como The Old Oak, presentada este sábado en la competición en Cannes, donde el realizador abogó por construir una verdadera oposición al poder establecido.

Para cambiar necesitamos un gobierno que dé el poder al pueblo, que mejore los servicios, que use los recursos del mundo para todos y no solo para los beneficios de las grandes corporaciones que declaran guerras en el mundo”, dijo Loach, para quien la situación actual es similar en la mayor parte de países occidentales.

En su país gobierna la derecha y tiene enfrente a una oposición laboral que es casi igual -“solo hay una papel de fumar entre esos dos partidos”, aseguró- y en Francia hay una “gran decepción” con su presidente, Emmanuel Macron. Y recordó los resultados del apoyo a la guerra de Irak por parte de Tony Blair o George W. Bush, que “deberían estar ante el Tribunal (Penal Internacional) de La Haya”.

“Hay que poner acento en un programa y reaccionar, es una tarea eterna pero si no lo hacemos, tenemos delante el desastre climático”, dijo en rueda de prensa el cineasta, que agregó: “si perdemos la esperanza no podemos hacer nada”.

A lo que su guionista, Paul Laverty, apuntó el crecimiento de la extrema derecha en países como España, con Vox, que se aprovechan de “la cólera profunda” que siente la población ante la precariedad y la pobreza.

Tenemos que reaccionar de forma solidaria”, afirmó Laverty. Y eso es lo que hace el protagonista de The Old Oak, TJ Ballantyne, interpretado por el debutante Dave Turner, un bombero jubilado en la realidad.

En el filme, bien recibido pero no aclamado en Cannes, es el dueño de un pub en un pequeño pueblo del noreste de Inglaterra que comienza a ayudar a los refugiados sirios que llegan allí ante la mirada rencorosa de muchos vecinos, que reclaman a su vez apoyo para la comunidad local.

Una historia emotiva que tiene su origen en esa zona de Inglaterra, donde Loach rodó sus dos películas anteriores. Y en esos procesos conoció la realidad de la llegada de refugiados a una zona con un fuerte pasado industrial y de las “más abandonadas” por las autoridades.

“Pensamos que había un filme ahí”, dijo Loach. Y Laverty empezó a hablar con habitantes de la región y con refugiados sirios, que habían sufrido experiencias horribles y entre los que encontraron a los actores de la película.

La solidaridad está muy anclada en esta zona del noreste aunque también existe la cólera y el odio” contra los inmigrantes. Y fue eso precisamente lo que decidieron contar en The Old Oak.

Porque los refugiados “son las víctimas y cuando vienen a Europa, les cerramos las puerta”, como dijo Loach, pero al mismo tiempo hay que “escuchar a la gente local y contener su cólera”, resaltó Laverty.

En este sentido, Turner, que afirmó que estar en Canneses algo totalmente surrealista”, resaltó que hacer este filme le ha hecho “extremadamente humilde”.

Hemos conocido las historias de las familias sirias, hemos sabido todo lo que tuvieron que sufrir, es mucho más de lo que he sufrido en mi vida, escucharles fue algo tremendo”, dijo el actor, que se mostró “orgulloso” de cómo la película le ha cambiado. “Espero que la gente vaya a verla con el espíritu abierto”, agregó.

La película es un escalón más en la larga carrera de un cineasta que cuenta con dos Palmas de Oro de Cannes en su haber, por El viento que agita la cebada (The Wind that Shakes the Barley, 2006) y Yo, Daniel Blake (I, Daniel Blake, 2016).

Una carrera en la que siempre ha alzado la voz por los más desfavorecidos. “Yo empecé a trabajar en los sesenta, trabajé en el teatro, aprendí mucho de política, estuve aquí en 1969 tras el mayo del 68 en París”, recordó.

Él ha volcado en su cine sus preocupaciones sociales y políticas pero ahora, aseguró, “las puertas se cierran para quienes quieren hacer películas políticas que vayan más allá de los aspectos sociales”.

El cine puede poner en duda el poder en un momento en el que el sistema está en pleno desmoronamiento, así que “¿por qué el sistema va a apoyar económicamente películas que los critican”, reflexionó Loach.

Y sobre si esta es su última película, como algunos medios británicos han afirmado, dijo sonriente: “Día a día. Si te levantas por la mañana y no ves en el diario tu foto porque hayas muerto, entonces todo va bien”.

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