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‘Martínez’ de Lorena Padilla, un relato sobre las distintas soledades en el FICG

COBERTURA. La ópera prima de la directora mexicana fue presentada en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, filme que va desde la pertenencia hasta la soledad interna

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Francisco Reyes, la directora Lorena Padilla, Humberto Busto y Martha Claudia Moreno en la presentación de ‘Martínez’

Francisco Reyes, la directora Lorena Padilla, Humberto Busto y Martha Claudia Moreno en la presentación de ‘Martínez’

Cortesía/FICG

Martínez (Francisco Reyes) es un burócrata solitario y gruñón. Su mundo da un vuelco cuando llega Pablo (Humberto Busto) a su oficina para tomar su lugar. Esto, sumado a la muerte de su vecina que le ha dejado un regalo, despierta su curiosidad. Así, Martínez comienza a cambiar y ver que nunca es tarde para vivir la vida de otra forma. Esa es la premisa de la ópera prima de Lorena Padilla, que junto a sus estrellas Francisco Reyes, Humberto Busto y Martha Claudia Moreno, hablaron con Crónica Escenario acerca de este emotivo filme que se presenta en el marco del Festival Internacional de Cine de Guadalajara.

Lorena comenzó hablando de la génesis de este relato acerca del gruñón pero entrañable Martínez. “La verdad, muchas circunstancias de la vida me llevaron a contar esta historia. Me he dado cuenta que la gente, en general, se siente más sola de lo que realmente expresamos y se puede ver en lo que nos han comentado quienes han visto el filme. Recuerdo que, cuando trabajaba en el guion, hablaba con Francisco (Reyes) de cómo se sentía como El Extranjero de Camus en el sentido de sentirse alienado, extraño. Creo que Martínez viene de esa idea de no pertenecer”.

Aunque aparentemos siempre mostrar que estamos muy cómodos con nosotros mismos, en realidad, estamos fingiendo muchas cosas. A mí me pasa eso cuando dirijo, mientras escribía el guion o incluso haciendo entrevistas. Irónicamente, aunque eso te hace creer que estás muy solo, llega un momento en que te das cuenta que todos piensan algo similar y entonces se crea una extraña compañía entre las soledades de todos”, complementó Padilla.

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Por su parte, el chileno Francisco Reyes detalló cómo fue para él la construcción de este alienado protagonista. “Me parece que un gran acierto de la historia es que el protagonista no fuera mexicano. Eso ya le da esa dificultad de pertenecer y hay veces que Humberto (Busto) y su personaje bromea con esa parte, el verdadero problema no es la cuestión de ser un extranjero sino del sentido de no pertenecer. Cada uno de los personajes alrededor de Martínez es recluido. Si, son unos más extrovertidos que otros, pero finalmente ninguno se está perteneciendo a sí mismo”.

Eso genera una soledad en cada uno, aparte del resto del contexto como la soledad de la Función Pública, el departamento o los lugares que habita cada uno e incluso las mismas calles que recorrimos en la pandemia. La sensación se siente elevada al cubo en el filme. Creo que uno se identifica fácilmente con él desde ese punto de vista. En general, uno está todo el tiempo construyendo un personaje en la vida. Es muy difícil ser auténtico, estar y ser de verdad lo que es uno mismo. Parece que solo mostramos facetas de nosotros que no necesariamente son las más honestas”, añadió Reyes.

Fotograma del filme

Fotograma del filme

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Eso nos pasa a todos y por ello empatizar con la actitud de Martínez no es tan difícil. Además, la perspectiva de ser un hombre mayor que está entrando en su última etapa de existencia y con la muerte rondando, lleva a Martínez a jugarse todo en ese último cartucho por una decisión propia que es provocada por el entorno. La muerte de la vecina y su regalo, la presión de Pablo y la insistencia de Conchita para que la considere crean esos factores que lo llevan finalmente a abrirse para por fin lograr vivir antes de morir. Esos elementos son muy apreciables y cercanos a la audiencia, pues todos vivimos en pos de alcanzar algún día la felicidad, aunque la mayoría de las veces, no lo hacemos”, reflexionó el chileno.

‘Martínez’, historia de seres interdependientes

Alrededor del universo de Martínez existen dos cabezas que le ayuda a salir avante de ese caparazón en el que está metido. Una de ellas es Conchita, interpretada por Martha Claudia Moreno. “Somos seres interdependientes y el convivir con otra persona siempre da la oportunidad de tomar una decisión. En este caso, después de 30 años, Martínez decide darse una chance a partir de algo que le ocurre y que, como compañeros de trabajo desconocemos lo que está pasando realmente con él. Me gusta lo complejo de lo sencillo de esta historia”, afirmó la actriz.

Fotograma del filme

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Pero es Pablo, el colega godín y alegre de Humberto Busto, quien se convierte en la antítesis del protagonista. “Hay un juego de espejos y proyecciones que se generan en esas interacciones. Todo el tiempo necesitamos de los demás y es difícil aceptarlo. Pero esa llama interior que siempre busca conectar es el salvamento divino que le llega a Martínez, ya sea a través de la vida con nuestros personajes, como de la muerte de su vecina. Todo riesgo siempre implica que esa semilla crezca y donde el peligro crece también lo hace lo que nos salva. Siento que ese impulso de lo humano, a pesar de querer resistirse al mismo, nos ayuda a caer en cuenta de que no somos islas. Y nuestra felicidad si depende de los demás, de la interconexión y la apertura. Eso me parece muy entrañable”, señaló acerca de la dinámica entre los personajes.

“En ese sentido, a Pablo le falta la experiencia y madurez de lo real. Me recuerda mucho a un Humberto de hace muchísimos años y que ya no existe pues la vida te va curtiendo hasta que te conviertes más en un Martínez que en un Pablo. Forma parte de un proceso de madurez el después hacer un equilibrio de fuerzas. En ese sentido, estas cabezas alrededor del protagonista generan la motivación necesaria para ese renacimiento en él”, agregó Busto.

“A nivel actoral y de dirección, el que estén ellos en unos cuadros estáticos pero que tengamos que estar interactuando de la manera más sincera y orgánica tiene mucho que ver con la capacidad de entendimiento que tenemos para dar vida a lo mínimo que acaba siendo grandioso a nivel del alma”, detalló Humberto.

“Creo que yo fui convirtiéndome de un Martínez a un Pablo durante el proceso. Fue algo muy catártico”, afirmo la cineasta

“Creo que yo fui convirtiéndome de un Martínez a un Pablo durante el proceso. Fue algo muy catártico”, afirmo la cineasta

Cortesía/FICG

La muerte y lo finito es otro factor detonante en la película. “Una manera de mantenernos conectados con la vida es haciendo planes y volver a empezar sin importarla edad. El cerebro es capaz de reconectar con varias cosas a través de ello y de la consciencia de que seguimos aquí”, reflexionó Moreno. “La vida y la muerte lo determina todo, esa siempre es la gran enseñanza siempre pues al darte cuenta de tu finitud comienzas a vivir realmente”, complementó Busto.

Resulta interesante que Martínez siempre es identificado por su apellido hasta esa parte climática en la que se le humaniza por fin y deja de ser un simple apellido más. Eso genera una conexión con el personaje bastante interesante pues abre la posibilidad de que cualquiera puede ser un Martínez. Humberto comentó: “Creo que, en mi caso, a veces tengo días Martínez. Siento que hay una herida de la humanidad real con esto de la pandemia que compartimos en mayor o menor medida todos”.

“Me parece que antes de ese encierro teníamos una actitud absolutamente de Pablo, pero ahora tenemos un ala rota que no ha sanado del todo y que por ello se potencia más ahora, por momentos, ese pensamiento Martínez. De repente nos damos cuenta que nos estamos aislando del mundo sin saber por qué”, complementó Busto. “A mí me pasa algo similar, creo que después de esta película me estoy transformando realmente en Martínez, por eso voy al Festival para averiguar si es verdad o no”, confesó entre risas Francisco Reyes. “Estoy un poco preocupado por ello porque si tengo muchas ganas de irme a vivir a la Patagonia solo para alejarme de todo ser humano posible. Pero son cosas que cada quien vive”.

En cambio, Lorena Padilla tiene una perspectiva diferente. “La película fue un salvamento para mí. Fue todo un proceso muy particular, personal y es muy bonito ver cómo el arte o las películas te pueden ayudar a salir adelante. A diferencia de los demás, creo que yo fui convirtiéndome de un Martínez a un Pablo durante el proceso. Fue algo muy catártico y tal vez debí mejor ir a terapia en lugar de hacer una cinta pero a veces se pueden hacer ambas cosas”.

Finalmente, Martha Claudia Moreno apuntó que existen muchas formas de poder habitar a Martínez. “Hay una fantasía de que siendo actriz o actor todos saben quién es uno y la verdad es que no es así. De pronto, llegas a un lugar donde eres simplemente una señora más en un trámite democrático que te invisibiliza y te vuelves alguien genérico. Pero al final, un Martínez siempre tiene un rostro que lo hace humano”, concluyó.