‘Observados’: Retorcido suspenso de la segunda generación Shyamalan
CORTE Y QUEDA. Ishana, hija del reconocido M. Night Shyamalan, debuta con este filme sobre la identidad y las almas perdidas, tratando de poner su propio toque
CINE
Hace un cuarto de siglo, el director indo-estadounidense M. Night Shyamalan se ganaría el aplauso del público y la crítica con un sorprendente relato de suspenso que forma parte de la memoria cinematográfica moderna gracias a su sorpresivo giro que se convirtió en el sello de fábrica de su apellido.
Ahora, siguiendo los pasos de su padre, su hija Ishana busca forjar su propio camino y da un primer paso interesante con Observados, adaptación cinematográfica de la novela escrita por el irlandés A.M. Shine.
La historia se enfoca en Mina (Dakota Fanning), una chica solitaria, poco sociable, que no habla ni con su propia hermana. La joven, a todas luces, no sé siente bien consigo misma y trata siempre de evadir su propia vida. Pero cuando un encargo la hace atravesar casi toda Irlanda y termina varada en un misterioso bosque que oculta una amenaza indescriptible, Mina tendrá que aprender a sobrevivir y encontrar el perdón de las culpas que la persiguen.
Observados se alimenta de un factor clave para crear su suspenso: el folclor irlandés que, desde la primera línea del filme, marca el antecedente de un bosque encantado que no aparece en los mapas en el que todo el que entra no vuelve a salir.
Es ese panorama el que Ishana Shyamalan toma como base para plantear un relato sobre la identidad y las almas perdidas con un toque fantástico que añade una capa fundamental al arco de Mina, su protagonista, y los extraños personajes que la acompañan.
El trío con el que Mina se encuentra es bastante disparejo. Primero está Madeline (Olwin Fouéré), una mujer madura que parece saber más de lo que todos creen acerca de la vida y supervivencia en este lugar maldito.
Luego están dos jóvenes, el siempre conflictuado, medio inútil y temeroso Daniel (Oliver Finnegan) y la silenciosa pero positiva Ciara (Georgina Campbell). Es con estos tres extraños que no tienen nada en común que Mina se resguarda en un refugio donde las reglas son claras y la noche es la principal amenaza.
Pero la parte clave de esta historia recae en los Observadores, criaturas deformes que solamente salen de noche para mirar exactamente a los cuatro a través de una gran ventana, mirando su comportamiento como una especie de ratas de laboratorio.
Si bien el objetivo de estos salvajes seres parece ser solamente resguardar, jugar y torturar a los cuatro, existe un retorcido pero interesante motivo que es mucho más increíble de lo que Mina y compañía se pueden imaginar.
El diseño de los Observadores es, sin duda, interesante, especialmente en su estado natural, mismo que sufrirá cambios planteados de buena firma en el relato mismo. Su apariencia nocturna da fe de la naturaleza fantástica de la que bebe el relato.
Otro detalle positivo es que no necesitan mostrar la violencia o brutalidad ante la pantalla, sino que basta, como en la novela, escuchar sus gritos y saber mediante los relatos de Madeline, de lo que son capaces si te capturan.
El ensamble actoral puede lucir un poco plano pero es en conjunto que funciona muy bien, destacando Fanning en un papel que muestra a una chica rota obligada a encarar sus peores miedos, pero sobre todo a sí misma, y que está en constante búsqueda de ser alguien más.
Este juego del guion es fundamental pues Mina tendrá más en común con los Observadores de lo que ella cree. Sin embargo, ante el primer acto donde todo es muy verbal y la ausencia de un arco psicológico claro por parte de Ciara y Daniel hace que ellos se sientan planos hasta que revelan parte de sus problemas y cómo fue que acabaron ahí encerrados.
Otro punto a favor de esta ópera prima recae en el tratamiento de la atmósfera por parte de Ishana, que sabe generar la tensión suficiente y a cuenta gotas para llevarnos poco a poco hacia la gran revelación, misma que puede resultar predecible debido a los claros indicios que deja en el desarrollo de la trama pero que no deja de ser eficiente al darle sentido a lo que planteó desde el inicio.
Eso, acompañado de una banda sonora efectiva por parte de Abel Korzenowski (Penny Dreadful, La monja) que combina bien la tensión de sus notas con el factor de la naturaleza del bosque mágico/maldito que rodea a los personajes ayuda a solidificar la sensación de amenaza.
Donde Ishana muestra su inexperiencia es, justamente, en la parte del guion. Adaptar un texto jamás es sencillo pero Shyamalan batalla por momentos en lograr darles un mejor desarrollo a sus personajes, algo que sí plantea bien la novela de Shine.
Incluso peca tal vez de la sobre explicación de ciertos detalles que acontecen pero que afortunadamente, al final cobran sentido para el relato. Ni qué decir del reto de mantener un balance entre el suspenso y lo fantástico de la obra, asunto que si sortea de buena forma la novel realizadora y guionista en el filme.
Con un estilo muy particular y una estética bien definida por la buena fotografía de Eli Arenson (Lamb, 2021) que coquetea entre colores cálidos y fríos, Observados resulta un buen inicio para Ishana Shyamalan, que más allá de no proponer algo novedoso visualmente sabe captar la esencia de una novela que a pesar de los elementos folclóricos integrados, siempre se basa en el factor humano del perdón y el saber quienes somos ante la mirada juzgadora de los Observadores de la vida misma.
Aunado a ello, Ishana plantea los peligros de no aceptarnos como somos y el deseo vanidoso de ser alguien más en el camino, convirtiéndose en un cuento donde la mayor lección es aprender a amarnos, perdonarnos y vivir nuestras vidas a pesar de las culpas y los errores. Eso, claro está, con un toque retorcido de suspenso al más puro estilo Shyamalan, pero con su propio toque.