Escenario

Rodrigo García lleva la ‘Lluvia’ a Málaga, una historias sobre la condición humana

La película con la que debuta el realizador mexicano y el filme cubano ‘La mujer salvaje’, de Alan González, cierran este viernes las proyecciones a competición de la 27 edición del Festival de Cine de Málaga

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Rodrigo García en en Festival de Cine de Málaga

Rodrigo García en en Festival de Cine de Málaga

EFE/Álvaro Cabrera

Llega al Festival de Cine de  Málaga la película con la que debuta el mexicano Rodrigo García, Lluvia, un relato ómnibus que enlaza seis historias unidas por una mezcla de casualidades, de pinceladas y objetos pequeños, todos mojados por la lluvia que cae, incesante, en una misma noche.

Una de las cosas que muy poca gente sabe es que México es el tercer país de Latinoamérica donde más llueve y nunca estamos preparados para la lluvia. La gente sale sin chaquetas, sin paraguas, sin nada. Pues esto -explicó el realizador mexicano en una entrevista con EFE,- es una metáfora de lo que viven mis personajes”.

Quince protagonistas que “no están preparados para vivir ese momento especial que no les va a cambiar la vida, pero que es importante dentro de su rutina. Y la lluvia -explicó el director, montador y guionista- es el personaje que cobija estas historias”.

Esta Lluvia mexicana y la cubana La mujer salvaje, de Alan González, cierran este viernes las proyecciones a competición de la 27 edición del Festival de Cine de Málaga, en el sur de España, que mañana sábado dará a conocer su palmarés, con su doble Biznaga de Oro, para las mejores cintas española y latina de 2024.

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Una colección de cuentos que García ubica en Ciudad de México

Basada en una colección de cuentos de Paula Markovitch, que participó en el proceso de guion que redactó García, Lluvia ocurre en Ciudad de México, aunque los relatos originales sucedían en Argentina, a “un abismo” de su ciudad, dice García.

Los adaptó, moldeó y engarzó con las cosas que él había vivido. Habla de camellos, de bandas juveniles con armas que roban y extorsionan a la gente, matrimonios que no saben cómo comunicarse, otros que se engañan y también de la siempre gloriosa esperanza de dos jóvenes que, por primera vez, se ven y sienten que son el uno para el otro.

Todos esos temas eran importantes para mí porque vivo en una ciudad con una diferencia social terrible donde confluyen todas esas cosas. No hay solamente eso, narco y violencia, pero tampoco lo podía ignorar, porque al final del día -reflexionó- es parte de lo que somos como mexicanos”.

Todo ello a través de un espectacular elenco coral integrado por Bruno Bichir, Arcelia Ramírez, Axel Shuarma, Mauricio Isaac, Martha Claudia Moreno, Mayuko Nihei, Esteban Caicedo, Morganna Love, Kristyan Ferrer, Hoze Meléndez, Karina Gidi, Tiaré Scanda, Vitter Leija, Dolores Heredia y Cecilia Suárez.

Historias sobre la condición humana: voz para los sin voz

Básicamente lo que me interesaba era contar historias sobre la condición humana (...), sobre todo crear situaciones de las que muy pocas veces vemos en el cine mexicano, darle voz a personas que nos cruzamos todos los días: un taxista, una profesora o una enfermera. Ahí -dijo García-, también hay mucha luz en la oscuridad”.

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El productor Álvar Carretero de la Fuente (i), y el director Miguel Ángel Ferrer (2d), junto a los actores Anyelo López (2i) y Camila Curtis (d)

En este país de abismos sociales, también hay historias luminosas en las que vale la pena detenerse y tener perspectiva desde el punto de vista de ellos”, agregó.

Un taxista que deja a un cliente en la puerta de su propia casa; una profesora con problemas de salud mental a la que roban el bolso donde lleva sus pastillas, un disparo y un hígado perforado en plena calle, un favor que una enfermera llega tarde a cumplir, un matrimonio que auxilia a un hombre en el metro y una joven japonesa a punto de saltar de un puente.

Apostar por sutiles detalles para engarzar las historias

Todos ellos hilvanados, unidos por trazos de carboncillo que se disuelven en la lluvia y atados por sutiles detalles que navegan de relato a relato: un pintalabios, una identificación que cae al suelo, la cara de un niño que asoma tras una cortina.

Están ahí porque Rodrigo García busca darle al espectador la posibilidad de que saque sus propias conclusiones. “Cuando haces una película coral siempre sucede que te persigue el fantasma de con qué historia se enganchará el público más, porque los seres humanos somos así, quizá me cae mejor una enfermera que un taxista”, apuntó.

Eso me gustaba y fue un riesgo la sensación de no terminar las historias, sino dejarlas abiertas. Lo que pasará con esos personajes, pues ustedes lo dirán un poco, ¿no?”, concluyó.