Escenario

Taras Tomenko: “El cine logra mostrar la vida de una persona ajena y te ayuda a vivirlo en su piel”

ENTREVISTA. El cineasta ucraniano presentó en México su documental ‘Terykony – Boney Piles’, sobre la visión de los niños al Este de Ucrania que viven en esta zona de guerra desde hace mucho tiempo

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El cineasta ucraniano visitó el país para presentar su documental.

El cineasta ucraniano visitó el país para presentar su documental.

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En el marco de la conmemoración del aniversario de la invasión de Ucrania por Rusia, en colaboración con el Instituto Francés de París y la Embajada de Ucrania en México, en Le Cinéma IFAL comenzó el Ciclo de Cine Ucraniano que comenzó el lunes 27 de febrero y que estará hasta el 24 de abril. Con una selección de ocho películas, la intención de esta pequeña muestra es dar voz a la industria cinematográfica ucraniana en la última década, misma que ha rondando en certámenes como Cannes o Berlín.

Uno de los proyectos que encabeza este ciclo es el aplaudido documental llamado Terykony – Boney Piles, del realizador Taras Tomenko, una película sobre la visión de los niños al Este de Ucrania que viven en esta zona de guerra desde hace mucho tiempo. En Crónica Escenario tuvimos la oportunidad de charlar con el cineasta desde Kiev, donde nos habló no sólo de la belleza y crueldad de su relato, sino del presente en la batalla sin cuartel de este país.

Para mí y otros compatriotas, esta guerra comenzó desde el 2014. En ese entonces, unos compañeros documentalistas y yo viajamos al este de Ucrania, en específico a la ciudad de Shchastia, donde fuimos a observar la marcha del batallón Aidar y nos percatamos de que el lugar parecía un infierno. Al estar ahí, me impresionó que cerca de todas esas hostilidades que rodeaban el lugar había una niña pequeña con la bandera ucraniana sobre ella que me dijo que estaba ahí para saludar a las fuerzas armadas en su lucha. A partir de ahí nace este interés por hablar del papel de los niños en esta guerra, pero es hasta después de varias visitas a esta región cercana al Donbass que dimos con Nastya, la chica que se convirtió en la protagonista del documental”, comenzó recordando Tomenko.

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“El acercamiento con ella y su vida nació un día que Nastya salió sorpresivamente de unos arbustos y nos dijo si queríamos conocer su casa. Mientras nos mostraba el lugar, contó su anécdota de cómo en la víspera del año nuevo cayó un misil en su casa. Ese fue el momento que quisimos mostrar como punto de partida para el documental. Por su parte, Yarik, el mejor amigo de ella, era el perfecto complemento del relato porque a través de él nos mostraba cómo ella se convertía en un adulto de manera muy rápida, lo que se puede percibir en esa escena donde Nastya se maquilla, dándole ese toque de la pérdida de la inocencia en su vida”, reflexionó el realizador acerca de cómo fue acercarse a esta vida de manera realista.

Dentro del documental hay escenas clave que ponen en perspectiva este mundo bélico donde la nueva generación de ucranianos vive rodeada de guerra. Tomenko reflexionó acerca de dos en específico. “Cuando grabamos en la escuela, quisimos mostrar a esa generación entera de jóvenes y niños que han vivido toda su existencia en medio de los actos bélicos. Nacieron y experimentaron el sonido de las explosiones, las balaceras o los fusiles a su alrededor siempre. Por otra parte, la parte de la Iglesia fue una casualidad. Descubrimos ahí la vergüenza de Nastya que llegó rapada por su tío debido a las chinches en su cabello. Esto se conjuga con un acto donde podemos ver que ella ha madurado, pues es en este lugar donde ella le confiesa a su amigo en susurro, en un acto casi sacro, que comenzó a tener su periodo, dándole un gran significado al relato”.

Mientras nos mostraba el lugar, Nastya contó su anécdota de cómo en la víspera del año nuevo cayó un misil en su casa.

Mientras nos mostraba el lugar, Nastya contó su anécdota de cómo en la víspera del año nuevo cayó un misil en su casa.

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Otra cuestión que se percibe de manera dolorosa pero poética a través de las imágenes es la dualidad entre la vida y la muerte no sólo para Nastya y los niños sino para toda la sociedad ucraniana. “Claramente, los héroes de la película viven una crisis existencial entre esos dos umbrales. En aquel entonces, las posiciones del ejército ruso estaban a unos kilómetros de ellos. Esa línea estrecha entre ambos aspectos dejó de existir en algún punto para Nastya, simplemente la traspasó. Esa sensación la comenzó a sentir la mayoría de la sociedad ucraniana a partir del 24 de febrero del año pasado, cuando empezaron a enfrentar que no sabrían si llegarían a vivir otro día o no. Sin embargo, ella vivía esa experiencia desde 2014. La muerte siempre estuvo presente en segundo plano dentro del documental dándole el dramatismo al retrato de vida de Nastya”, afirmó el director.

Incluso, Taras confesó que hubo una escena que decidió quitar del filme debido al duro impacto que le causó tanto a él como a su equipo de grabación: “Hay una escena significativa en el filme donde Nastya le dice a Yarik que decidió morir pero que antes de hacerlo quería vivir cada instante. Cuando filmamos esa parte, no habíamos oído esa confesión. Fue hasta que regresamos a la base que nos percatamos de esas palabras y nos provocó un shock tremendo. No sabíamos que hacer o cómo reaccionar ante esta confesión tan dura pues teníamos un estricto compromiso de no intervenir en sus vidas, pero cuando nos dimos cuenta de que ella hablaba del suicidio fue un golpe psicológico tremendo que me generó un dilema como realizador pues apareció una línea que no esperaba entre el cine y la vida misma”, dijo.

“Al siguiente día fuimos a su casa, pero no sabíamos cómo abordar el tema. Ella siguió con la confianza hacia nosotros y nos leyó un poco de lo que había escrito en su diario. En él, descubrimos que Nastya tenía muchas cartas a Papá Noel donde su más grande deseo era que le devolviera a su padre. Eso nos partió en muchos sentidos y fue una escena que decidimos no poner dentro del documental pues sentimos que esa revelación era algo muy sagrado para ella, así que decidimos mantenerla en privado”, añadió el cineasta oriundo de Kiev.

“Hay una escena significativa en el filme donde Nastya le dice a Yarik que decidió morir pero que antes de hacerlo quería vivir cada instante”, dijo.

“Hay una escena significativa en el filme donde Nastya le dice a Yarik que decidió morir pero que antes de hacerlo quería vivir cada instante”, dijo.

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Aquí, Tomenko no dudó en señalar las culpas de los intereses políticos de la nación rusa, mismos que para él y todo el pueblo de Ucrania, han causado estragos inimaginables: “Esos momentos duros de esta historia son los que muestran cómo el llamado ‘mundo ruso’ de Putin destruye diabólicamente las vidas de miles de ucranianos que, como Nastya, tienen que enfrentar eso ahora más que nunca por lo que es importante detener este mal. Cabe recordar que, antes de la guerra, ella tenía todo lo que una niña desea: una casa, familia, su padre trabajaba en una mina. Pero después de que sucedió la ocupación de las fuerzas armadas de Putin lo perdió todo”, aseveró.

En estas situaciones el cine logra alcanzar su meta al mostrar la vida de una persona ajena y te ayuda a vivirlo en su piel. Pero lo más importante para mí es que a través de este proyecto no se permite el olvido pues es esto lo que empoderar a los invasores. Este filme habla mucho de la humanidad y la civilización, por lo que mientras exista más gente que sepa lo que está sucediendo en este momento es lo mejor que puede aportar el documental”, manifestó Tomenko.

Es gracias al poder de este relato ganador el año pasado de un par de reconocimientos en la Berlinale que su protagonista, Nastya, ha podido encontrar una luz de esperanza en su vida. “Afortunadamente, salió de esta zona y ahora está en Alemania, feliz. Eso me da mucha alegría porque sé muy bien lo que ella vivió en el proceso, sé de las violaciones cometidas por soldados rudos a niños y niñas ucranianos haciendo que sus padres vieran esos actos atroces. Gracias a Dios, ella está fuera de riesgo, pero quedan muchos más que siguen sufriendo diariamente”, declaró.

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Cerca de unos 15 mil fueron deportados a Rusia, otros tantos fueron asesinados o mutilados. El mundo debe saber lo que está pasando, hay que generar esa presión sobre Putin y su gobierno para que paren y puedan responder a la justicia por sus actos. Esto no es sólo una lucha entre el ejército ruso y ucraniano, lo que se está perpetrado es un genocidio de nuestro pueblo. Quieren destruirnos por nuestros principios nacionalistas, nuestra lengua y los ataques a edificios de civiles, escuelas, hospitales, son la prueba de ello. Me parece que la última vez que la humanidad enfrentó algo parecido fue en la Segunda Guerra Mundial con Hitler y aún así, él no atacaba tan cínicamente blancos civiles como lo hace Putin. Por ello, es necesario parar este fascismo ruso lo más pronto posible”, expresó con dolor el documentalista.

Finalmente, Taras Tomenko ofreció un interesante pensamiento acerca de esta batalla, una que también lo ha afectado a nivel personal y que, históricamente, ha perdurado por siglos, por lo que no dudó en hacer hincapié en la importancia de salir con una victoria. “Mi abuelo falleció en la Segunda Guerra Mundial, mi padre logró salir vivo. En esta batalla, he perdido a mi primo y mi padrino está en cautiverio desde mayo del año pasado. Pero estas diferencias entre las naciones pesan en nuestra historia desde hace más de 300 años hasta pasar por el Holodomor el pasado siglo. Tenemos un pasado donde predominan las formas que hemos tenido de contrarrestar las agresiones rusas. De ahí radica la importancia de que esta vez Ucrania salga victoriosa y se una a la Unión Europea, pues siempre ha formado parte de sus lazos intelectuales”, concluyó el cineasta.