Escenario

‘Tetris’: Una forma distinta de hablar de los orígenes de un videojuego

CORTE Y QUEDA. El filme dirigido por Jon S. Baird llegó recientemente en la pantalla de Apple TV como una propuesta interesante que se centra en el drama histórico de la Guerra Fría

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Fotograma de 'Tetris'.

Fotograma de 'Tetris'.

CORTESIA

Una extraña situación se presenta en el mundo del cine actual, pues existen cintas que buscan generar una conciencia previa sobre negocios o empresas que han detonado en cierto éxito a pesar de las adversidades., apelando un poco a la nostalgia de los tiempos pasados o a la locura de la conectividad en tiempos modernos.

En medio de esos aires llenos de historias de éxito y fracaso que resaltan los fenómenos mercadológicos que han marcado a una empresa, llega un proyecto que junta la nostalgia ochentera derivada de un popular videojuego llamado Tetris, filme original de Apple TV dirigido por Jon S. Baird (la serie Vynil, Stan & Ollie) que relata lo sucedido detrás de este exitoso título que se volvió un fenómeno global en un punto de inflexión para el panorama geopolítico mundial conocido como la Perestroika.

Coqueteando un poco con el formato del juego (que realmente se trata de acomodar piezas, eliminar hileras y acumular puntos), donde se ponía a prueba la destreza de los jugadores sin necesidad de una historia compleja o de gameplays vistosos como ahora, existen guiños a ese diseño de 8 bits como un ejemplo de los duros dilemas a los que tuvo que enfrentarse Henk Rogers (Taron Egerton), fundador de la compañía Bullet Proof Software, al tener la gran revelación del potencial que este curioso juego que tuvo que romper las limitaciones impuestas por un sistema socialista extremista que comenzaba a caerse poco a poco por los aires del cambio y del capitalismo que les soplaba en sus nucas. 

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Aunque el título nos remite a ese clásico juego, en realidad lo interesante en Tetris no radica en la creación del mismo o el éxito comercial que Nintendo y GameBoy tuvieron a partir de la inclusión del mismo en sus consolas, sino de una ambientación que maneja los últimos días de la Guerra Fría, aquellos en que los dirigentes rusos abogaban por sus propios intereses más que los del pueblo. Estos ideales de tomar el dinero y correr son fundamentales para un relato que llega a coquetear con una tensión al más puro estilo de cintas de espionaje como Puente de Espías (Spielberg, 2015), eliminando las intrigas internacionales por secretos de Estado y supliéndolas por ambiciosos empresarios que buscan tener los derechos para poder explotar este juego.

Los últimos días de Gorbachov como mandatario de la entonces URSS, así como la próxima caída del Muro de Berlín son situaciones importantes que permean el asunto del negocio del cual somos testigos durante las dos horas de duración. Es gracias a la gran actuación de Egerton y el complejo guión escrito por Noah Pink que la cinta muestra un gran panorama. Aquí los rusos no son los malos, sino el capitalismo en extremo se alza como ese villano por el cual todos, incluso la autoridad suprema del sistema socialista, la KGB, está dispuesta a traicionar sus principios en una narrativa que va acumulando los bloques hasta que pareciera que el juego terminaría no de la mejor forma.

Sin embargo, el interés se mantiene al mostrar este panorama de personajes alrededor del mismo Henk, humanizado desde la perspectiva de la familia y todos los sacrificios que decide tomar con tal de encontrar la mina de oro deseada. Ahí, vemos la voracidad de algunos altos mandos, pero sobre todo esa mirada al sistema interno de la URSS, así como la horrible voracidad de empresarios doble cara como Robert Maxwell, interpretado por Roger Allam

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Asimismo, el contrastante mundo de Alexey Pajitnov (Nikita Yefremov), creador del juego, que figura como una mera víctima de las decisiones de sus superiores, mostrando una cara del pueblo ruso de ese entonces que aspiraba a tener un cambio. Es la odisea de Rogers la que permite abrir un abanico de posibilidades en este relato donde las piezas encajan poco a poco para lograr pasar los niveles, tratando de esquivar arquetipos en los roles que, inevitablemente, acaban por ser construidos.

Una parte interesante es la recreación de esa década de los 80 en Rusia, donde la fotografía luce en tonos grises como un lugar en el que los oscuros callejones y el espionaje o amenazas policiales son una constante. Por otro lado, la música de Lorne Balfe plantea una atmósfera de suspenso llamativa que captura la atención del espectador más allá de las intrigas corporativas existentes. Sin embargo, hay que resaltar que es una cinta que exagera en la ficción de los hechos que presenta, como la persecución de autos y otros detalles más, que funcionan bien, pero alejan el relato de la historia verdadera en sí, creando un espectáculo que adorna las intrincadas negociaciones auténticas detrás del éxito de Tetris.

A pesar de ello, la cinta de Baird funciona como un drama adecuadamente armado donde la visión del guionista de la serie Genius plasma los orígenes de un videojuego de forma diferente a las adaptaciones comunes, enfocándose más en el aspecto de hacer negocios en los últimos momentos de la Guerra Fría, sobre todo en cómo puedes vender una idea y hacerlo de manera entretenida. Es ese aspecto histórico/cultural que enriquece en muchas formas una historia que podría haberse inclinado por mostrar un relato de éxito estadounidense sobre los demás. 

‘Tetris’: Una forma distinta de hablar de los orígenes de un videojuego Video

Afortunadamente, las capas de este ‘juego’ que desaprovecha la oportunidad de hacer más puntos a través de un mejor desarrollo de personajes, sino que opta por dejar ciertos arquetipos para ahondar mucho más en el frente de dos ideologías que, años después, siguen teniendo diferencias a pesar de ser tan similares, pero que simplemente siempre quieren salir ganando con más puntos, al más puro estilo del popular videojuego. Que viva el capitalismo y los intereses propios, cómo no.