La sonrisa de “Luna creciente” de Julieta Fierro volvió a iluminar la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) durante el homenaje “Julieta Fierro: una estrella para siempre”, realizado en un Auditorio Juan Rulfo prácticamente lleno. Su pasión contagiosa por la astronomía y la ciencia reapareció en los relatos de colegas, amigas y familiares que celebraron su trayectoria y su influencia en generaciones enteras.

Quienes compartieron momentos con ella la evocaron como una mujer universal, luminosa, inteligente y estelar, dotada de un carisma que mezclaba espontaneidad, romanticismo y sabiduría. Para la divulgadora Julia Tagüeña, Fierro fue pionera en la comunicación pública de la ciencia en México, especialmente en una época en la que el ámbito científico no era un territorio accesible para las mujeres.
Tagüeña recordó que Fierro formó parte del equipo fundador del Museo Universum de la UNAM, uno de sus proyectos más entrañables junto con la revista ¿Cómo ves?. También destacó su papel como impulsora de premios dedicados a reconocer la divulgación científica y su convicción feminista: “Rompió muchas reglas en nuestro país y en el mundo; siempre fue promotora de la libertad de las mujeres”, afirmó.
La escritora Sara Poot Herrera evocó la dimensión cultural de la astrofísica, cuyo trabajo trascendió la ciencia para abrazar disciplinas como la literatura, mérito que la llevó a ser integrante de la Academia Mexicana de la Lengua. En una lectura emotiva, describió su presencia como una Luna creciente enmarcada por “tuuches”, los hoyuelos mayas que, dijo, parecían contener estrellas propias.

Por su parte, María Emilia Beyer, directora del Museo Universum, habló de la influencia determinante que Fierro tuvo en su vocación y la definió como una maestra de vida. Recordó su generosidad, su forma de enseñar sin aula y su convicción de que el conocimiento debía compartirse siempre con apertura y alegría.
El homenaje culminó con la lectura de una carta escrita por los hijos de la astrónoma, quienes agradecieron a la FIL por ofrecer un espacio que ella sentía como propio para encontrarse con miles de curiosos. “Aunque se apagó una estrella, su luz no desaparece; se queda en cada pregunta que nos hacemos, en cada estudiante al que acompañamos”, escribieron, subrayando la herencia luminosa que Julieta Fierro dejó en el universo de la divulgación científica.