
En 2022, Igualdad Animal publicó una investigación que expuso uno de los mercados más desconocidos de la industria de explotación animal en México: la matanza de caballos para consumo humano. La evidencia también mostró la crueldad con la que estos animales son matados.
El trabajo, realizado en un rastro de Arriaga, Chiapas, documentó prácticas como descargas eléctricas en diferentes partes de la cabeza, ahorcamiento con cadenas, golpes, gritos y un tiempo prolongado entre el aturdimiento y la matanza, lo que provocaba que muchos caballos permanecieran conscientes durante el proceso.
Como parte de esta investigación, la organización también descubrió que en Zacatecas se mataban caballos exportados desde Estados Unidos con fines de producción cárnica. En ese país, esta práctica está prohibida desde 2007, cuando el Congreso retiró el financiamiento al Departamento de Agricultura (USDA, por sus siglas en inglés) para supervisar los rastros donde se mataban caballos. Esto hizo inviable la comercialización de su carne.
Tras esa decisión, la industria comenzó a exportar caballos vivos a México y Canadá para ser matados, y su carne enviada a países como Brasil, China, Italia, Francia y Rusia. Se estima que cada año unos 20 mil caballos cruzan las fronteras estadounidenses con este destino.
Los caballos exportados desde Estados Unidos suelen ser animales comprados tras una vida de uso en la cría o la equitación, cuando ya son viejos o están lesionados. Luego, son enviados vivos en trayectos que pueden durar hasta 17 horas, para finalmente ser matados.
Actualmente, en el Congreso de Estados Unidos hay una propuesta de Ley para Salvar a los Equinos Olvidados de Estados Unidos (SAFE Act, por sus siglas en inglés), que busca prohibir tanto la matanza de caballos para consumo humano como su exportación a rastros en otros países. Igualdad Animal promueve esta iniciativa a través de campañas y acciones para instar a los legisladores estadounidenses a poner fin, de forma urgente, a esta práctica.