Jalisco

Una propuesta en el Congreso de Jalisco que aún no es ley, permitiría que parejas se casen por un lapso de 2 a 5 años y luego decidan si continúan o no, sin necesidad de un juicio de divorcio

Derecho en Perspectiva. Matrimonio Temporal: La propuesta que puede cambiar cómo nos casamos

Karina Santillán Cano, abogada y columnista legal ciudadana

¿Te casarías con fecha de caducidad? Suena raro, lo sé. Pero justo esa conversación se está abriendo en la entidad a raíz de una iniciativa presentada en el Congreso del Estado de Jalisco, impulsada por los diputados Edgar Enrique Velázquez González, Valeria Guadalupe Ávila Gutiérrez e Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, en la que se propone la figura del llamado “matrimonio temporal”. Esta propuesta aun no es ley; apenas está entrando al debate legislativo, pero se está pensando en una figura que, permitiría que las parejas se casen por un periodo de 2 a 5 años y, al terminar, decidan si continúan o si simplemente dejan que concluya sin necesidad de pasar por un juicio de divorcio.

Y antes de entrar en polémicas, vale la pena analizarla con calma, porque no se trata solo de una ocurrencia, sino que forma parte de una tendencia mundial que busca actualizar el matrimonio a las nuevas formas en que las parejas se relacionan hoy día.

En términos simples, esta iniciativa propone que desde el inicio, la pareja acuerde cuánto va a durar su matrimonio y deje por escrito temas como bienes, acuerdos económicos, convivencia, custodia en caso de tener hijos y reglas que quieren seguir; esto dicho en lenguaje ciudadano, sería algo como casarte con un “acuerdo claro desde el principio”, sabiendo cómo va a funcionar todo para que asi: si las cosas fluyen, lo renuevas; y si no, termina sin desgaste.

Ahora bien, la parte positiva es que esta idea reconoce algo que ya estamos viviendo: más divorcios, parejas que no se casan por miedo a procesos legales larguísimos y mucha gente que quiere formalizar su relación, pero con más flexibilidad; en ese sentido, modernizar el matrimonio puede verse como un paso natural para una sociedad que está cambiando.

Sin embargo, también es importante revisar ciertos puntos con lupa para que esta figura no termine creando nuevos problemas en la sociedad. Por ejemplo, dejar todos los acuerdos “amarrados” desde antes de casarte puede dar orden, pero también puede generar desigualdades, pues no todas las personas negocian desde la misma estabilidad emocional o económica, y alguien podría aceptar condiciones poco favorables por enamoramiento, presión o dependencia. A esto se suma un reto que para mí es central: ¿qué tan realista es pedirle a una pareja que tome decisiones tan serias, como bienes, manutención, custodia o convivencia justo en la etapa en la que más enamorados están? En ese punto, el corazón toma decisiones que la razón no firmaría, y ahí es donde una parte podría quedar en desventaja sin ni siquiera darse cuenta.

Además, también habría que considerar que pactar convivencia y alimentos de hijos que aún no existen puede resultar delicado, porque la vida cambia y las necesidades también. Igualmente, está el escenario en el que una parte quiere renovar y la otra no… y aunque legalmente sería válido, emocionalmente puede dejar a alguien en una posición vulnerable. Y por supuesto, hay que tomar en cuenta algo que vemos muy seguido en México: la falta de cultura jurídica, si miles de personas firman contratos sin leerlos, ¿qué garantiza que una pareja leerá detalladamente un acuerdo matrimonial de este tipo, que impacta todo su futuro?

En pocas palabras, la idea tiene potencial, pero también requiere afinarse para evitar que una herramienta pensada para dar claridad termine siendo un espacio donde se cuelen desigualdades, presiones emocionales o decisiones tomadas sin la asesoría adecuada.

Aún con todo esto, la iniciativa abre algo valioso: la oportunidad de hablar de un matrimonio con reglas más claras, donde se eviten pleitos futuros y donde cada pareja pueda elegir lo que más se adapte a su realidad, por eso, más que rechazar o aplaudir de inmediato, es mejor analizar cómo afinarla para que sea justa, equilibrada y realmente útil.

En lo personal, celebro el hecho de que estemos siempre buscando estar a la vanguardia, que se planten debates que modernicen nuestras instituciones, porque el derecho no se puede quedar estancado, tiene que avanzar con la sociedad, y este tipo de propuestas, bien afinadas, sí pueden mejorar la convivencia, evitar conflictos innecesarios y dar opciones reales a quienes hoy ya no se identifican con el modelo de matrimonio tradicional.

Desde Derecho en Perspectiva, sostengo que el verdadero debate no es si queremos matrimonios “para siempre” o “por temporadas”, sino cómo construir reglas que protejan a las personas sin importar la modalidad que elijan. La conversación ya arrancó, y es una buena oportunidad para pensar en un matrimonio más claro, más honesto y más funcional.

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