Metrópoli

“Nos sembraron miedo, nos crecieron alas”: marcha 25N

Más de 10 mil mujeres que acudieron a marchar; cada una con una historia, una razón, un propósito que se conjunta en un solo grito: “Nos queremos vivas"

Protesta 25n

El primer contingente salió en punto de la 15:30 horas del Monumento a la Revolución hacia la Victoria Alada

El primer contingente salió en punto de la 15:30 horas del Monumento a la Revolución hacia la Victoria Alada

Ana Rosete

María Fernanda corrió por Reforma y abrazó a Luisa, su compañera de marcha desde hace tres años que se conocieron; ambas son víctimas de intento de feminicidio, se encontraron en la Victoria Alada, como es llamado el Ángel de la Independencia.

Se dieron cita en el lugar al igual que las otras 10 mil mujeres que acudieron a marchar; cada una con una historia, una razón, un propósito que se conjunta en un solo grito: “Nos queremos vivas”.

El primer contingente salió en punto de la 15:30 horas del Monumento a la Revolución hacia la Victoria Alada, durante el recorrido integrantes del bloque negro (conformado por apenas 20 mujeres) agredió a policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana.

En el Ángel una batucada ambientaba la espera; radicales, anarquistas, mujeres de la tercera edad, adolescentes, niñas, madres de desaparecidas, hermanas de asesinadas, sobrevivientes de feminicidio, esposas maltratadas e hijas violentadas se miraban unas a otras en señal de aceptación, en ese momento todas se hicieron una.

En el Ángel una batucada ambientó los momentos previos a la movilización.

En el Ángel una batucada ambientó los momentos previos a la movilización.

Ana Rosete

Al frente del contingente está Araceli, mamá de Lesvy Berlín, la joven asesinada en mayo del 2017; encabeza no sólo la marcha, sino una colectiva de sobrevivientes. Desde hace 4 años acompaña a las víctimas que han logrado vivir para contar su historia y da contención a las madres que han perdido una hija.

“Mi lucha es constante, diaria. Logré que el estado me viera y recalificara el delito; él la mató”, contó la mujer mientras tomaba de la mano a una de sus compañeras de lucha.

Las encapuchadas se las arreglaron para comunicarse, el temor a ser descubiertas por el Gobierno de la Ciudad de México, impera.

“No encuentro a cuchara, no sé dónde está”, grita una de las mujeres con el rostro cubierto; minutos después se acerca otra y le dice; “Pinche cepillo, no te encontrábamos, cuchara está allá con las demás”.

Las radicales encontraron la forma, nadie sabe de qué hablan a menos que se les preste atención.

Al centro de la marcha un pequeño contingente de mamás que sufre alienación parental marcha, lo hace en silencio y sin hacer tanta bulla.

Camila, cómo pidió ser llamada, es la más silenciosa tiene 3 años sin ver a sus hijos; a su expareja no le importa nada, dice, más que hacerla sufrir.

“No los he visto, no los veré. Mi exesposo pagó mucho dinero para chingar, porque esa es la palabra”, cuenta mientras muestra a esta casa editorial la foto de uno de los pequeños.

Delante de ella está la madre de Verónica, murió a manos de su pareja sentimental; a la fecha el hombre no ha sido detenido, han pasado 6 años y el feminicida, acusa, sigue libre y sin pagar por el delito.

Las vallas metálicas azules parecen pertenecer a los sitios donde fueron puestas; tiene mucho tiempo que están ahí, expectantes y sirviendo de pizarrón para las manifestantes.

30 minutos después de haber iniciado la marcha el contingente principal se detuvo frente a la Glorieta de las Mujeres que Luchan, el silencio invadió el lugar. Por primera vez las manifestantes cedieron a la voz de una madre desesperada que clamaba justicia por su hija y las de las demás.

“Por todas las morras marchando en Reforma, por todas las compas peleando en Sonora”, se coreó en el sitio.

La canción sin miedo, compuesta por Vivir Quintana, se ha convertido en el himno de la lucha feminista.

Azucena camina de la mano de su madre; su hija menor fue violada y asesinada por su padrastro Joaquín, el hombre fue juzgado y trasladado a la penitenciaria psiquiátrica, pues se le diagnosticó esquizofrenia; cuando fue la primera audiencia frente a todos le gritó a su expareja, “yo la maté y no me arrepiento”.

Agentes de la SSC resguardaron la manifestación.

Agentes de la SSC resguardaron la manifestación.

Ana Rosete

De acuerdo con el secretario de Gobierno, Martí Batres, las policías capitalinas no llevarían consigo toletes, gas pimienta ni lacrimógeno, así como no descargarían el contenido de extintores; lo anterior no sucedió, durante los conatos de bronca los elementos de la corporación usaron los extintores para dispersas a manifestantes violentas.

Los hombres se resguardan tras el cordón policiaco, miraban cómo quienes ven animales en un zoológico tras una vitrina. Unos gritan, confrontan, atacan a las mujeres; ellas no pueden hacer nada.

En esta ocasión miembros de la Brigada de Paz Marabunta decidieron no acudir, luego de que el gobierno capitalino no aceptara dialogo en cuanto a las marchas y la forma de operar.

Personal de Diálogo y Tolerancia, así como de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, fungió como cordón de paz, en un acto sororo las manifestantes llamaron a la movilización pacífica para no agredir a quienes estaban en medio de la marcha.