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Lula o Bolsonaro: Brasil vota ante el abismo

El expresidente izquierdista llega a la cita como favorito, mientras la principal amenaza es un escenario en que el presidente ultraderechista se niegue a aceptar una derrota y acuse fraude electoral

decisivo

Lula y Bolsonaro, el 16 de octubre de 2022 en Sao Paulo, durante el primero de sus dos debates cara a cara ante las elecciones presidenciales.

Lula y Bolsonaro, el 16 de octubre de 2022 en Sao Paulo, durante el primero de sus dos debates cara a cara ante las elecciones presidenciales.

EFE / Sebastião Moreira

Más de 156 millones de personas, que se dice rápido y mal, están llamadas a acudir a las urnas este domingo para votar en una de las elecciones más determinantes de Brasil, un verdadero gigante americano que vivirá pendiente de lo que pueda ocurrir no tanto en la elección sino después.

El actual mandatario, Jair Bolsonaro, está rezagado en las encuestas ante su contrincante, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, desde hace meses. Y pese a que ha logrado estrechar la distancia en las últimas semanas, y especialmente tras la primera vuelta, celebrada el 2 de octubre, todos los sondeos apuntan hacia una victoria del candidato izquierdista del Partido de los Trabajadores.

Ante este escenario, Bolsonaro ha insistido repetidamente en llamar “corrupto” a Lula por su presunta implicación en el obsceno desfalco a la petrolera estatal Petrobras, pues llegó a estar encarcelado por más de un año y medio, aunque luego la justicia lo exoneró.

El presidente y candidato a reelección, Jair Bolsonaro, participa con el exministro de Justicia, Sergio Moro, en una rueda de prensa tras el debate del viernes 28 de octubre en Río de Janeiro.

El presidente y candidato a reelección, Jair Bolsonaro, participa con el exministro de Justicia, Sergio Moro, en una rueda de prensa tras el debate del viernes 28 de octubre en Río de Janeiro.

EFE / Antonio Lacerda

Pero, sobre todo, Bolsonaro se ha esforzado en copiar casi palabra por palabra y gesto por gesto el manual de su gran referente, el expresidente estadounidense Donald Trump, y ha acusado al Tribunal Superior Electoral (TSE), así como al Tribunal Supremo, de lanzar causas en su contra para perseguirlo y perjudicarlo en la elección

Esto llegó a un punto tal en que Bolsonaro llegó a afirmar, en septiembre, que el gobierno emana del pueblo “solo si vota bien”, insinuando que no aceptaría una derrota electoral. Tras su segundo y último debate electoral con Lula, este viernes, Bolsonaro atendió a periodistas y aseguró que “el que logra más votos se lo lleva, así funciona la democracia”; una declaración destinada a transmitir calma pero que sigue dejando una brecha abierta a la duda.

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Tribunal Electoral pide calma

Esta situación de dudas buscadas de forma consciente, que amenaza a la democracia brasileña, obligó este sábado al TSE a hacer un llamado a la calma. Su presidente, Alexandre de Moraes, que también es magistrado del Supremo, se dirigió a las y los votantes para decirles que "no permitan ningún tipo de coacción, amenaza u ofrecimiento de beneficios para cohibir su libertad de votar", y pidió comparecer a los colegios "con absoluta tranquilidad".

A punta de pistola por la calle

Lejos de acatar este llamado a la calma, este mismo sábado se produjo una nueva muestra de la tensión que ha marcado la campaña electoral, en que incluso ha habido un par de casos de asesinatos de seguidores de Lula a manos de fanáticos de Bolsonaro.

La diputada brasileña Carla Zambelli, férrea aliada de Bolsonaro, persiguió a un hombre a punta de pistola en mitad de una calle de Sao Paulo, porque, según dijo, supuestos simpatizantes de Lula la "rodearon" y "agredieron" cuando salía de un restaurante.

Continuismo ultra o regreso al socialismo

Entre tanto, la agenda política presenta la realidad de la grave hora que vive Brasil en esta elección. Un nuevo mandato de Bolsonaro representa el continuismo de un ideario extremista que ha llevado en estos últimos casi cuatro años al país a vivir cada vez más aislado de la comunidad internacional, a tener 688 mil fallecidos por la COVID-19 debido al negacionismo de Bolsonaro, a acercarse a un creciente militarismo por la simpatía del presidente -general en la reserva- con la última dictadura militar y a dar marcha atrás en la conservación de la seva y la lucha climática.

Luiz Inácio Lula da Silva habla este sábado 29 de octubre durante una rueda de prensa junto al exmandatario uruguayo José

Luiz Inácio Lula da Silva habla este sábado 29 de octubre durante una rueda de prensa junto al exmandatario uruguayo José "Pepe" Mujica, en Sao Paulo.

EFE / Sebastião Moreira

Sin embargo, la cuestión climática, que en estos años ha visto cómo se han disparado los incendios intencionales y la tala ilegal de árboles en la Amazonía, se ha visto relegada a un segundo plano en la campaña. En el debate del viernes, por ejemplo, ambos mandatarios se centraron más en insultarse, llamándose “mentiroso” repetidamente, y en acusarse mutuamente de ser fanáticos del aborto, ante lo que cada uno se dijo contrario en un nuevo esfuerzo de maximizar los guiños a la poderosa iglesia evangélica brasileña.

Y, por supuesto, en la economía: Lula acusó a Bolsonaro de querer retirar el aguinaldo, mientras aseguró que vuelta al poder será un regreso al expansionismo que protagonizó el petista durante sus ocho años de presidencia socialista.

Este sábado, en su cierre de campaña, ahondó en la subida de tono que protagonizó durante el debate contra Bolsonaro y aseguró que el presidente no tiene las "condiciones psíquicas" necesarias para gobernar y lo acusó de ser una "filial" de Trump por "mentir descaradamente".

Luiz Inácio Lula da Silva aparece en un televisor mientras participa en el último debate de la segunda vuelta para las elecciones presidenciales en Brasil, el viernes 28 de octubre en Brasilia.

Luiz Inácio Lula da Silva aparece en un televisor mientras participa en el último debate de la segunda vuelta para las elecciones presidenciales en Brasil, el viernes 28 de octubre en Brasilia.

EFE / Joédson Alves

En este contexto, Lula prometió que, si gana el domingo, Brasil volverá "a la normalidad" y consideró que "necesita ser reconstruido por una persona que tenga credibilidad y garantice estabilidad jurídica, política y social".

Por su parte, el mandatario ultraderechista cerró su campaña con la divulgación de una lista con 22 "compromisos" que ahondan en su agenda militarista, con propuestas como más mano dura contra el crimen. También prometió, de nuevo, incrementar el salario mínimo por encima de la inflación, aunque recientemente se divulgó un borrador de su secretaría de Economía que propone lo contrario.

Twitter: @MarcelSanroma