
Las guerras declaradas por los talibanes, Al Qaeda y el Estado Islámico contra el gobierno de Afganistán, aunado a la falta de presupuesto de la Unesco y el poco apoyo financiero de la comunidad internacional para preservar y reconstruir monumentos destruidos por guerras y grupos extremistas, tienen en archivo muerto y en lista de espera el proyecto de rehacer en piedra los dos budas gigantes de Bamiyán, en el oeste de Kabul, y dinamitados el 21 de marzo de 2001 por el Talibán.
A 15 años de distancia de este acto bárbaro, los colosos, tallados sobre rocas en el siglo III y V deberán esperar al menos dos décadas para entrar en la lista de esculturas patrimonio de la humanidad que serían reconstruidas.
Especialistas internacionales estiman que para que esto pueda concretarse, se necesitarán al menos 85 millones de dólares de aportación de países donantes de la ONU.
Pero mientras se analizan varias hipótesis para su renovación total los dos gigantes de 38 y 55 metros de altura, fueron “revividos” mediante hologramas en Tercera Dimensión (3D) por documentalistas chinos.
El proyecto, que surgió en 2011 y que estuvo en discusión los primeros seis meses del 2015, se concretó finalmente en junio de ese año, luego de que se aseguró que el proyecto no afectaba al patrimonio afgano.
La idea de presentar en hologramas a los dos budas fue idea de la pareja china Janson Yu y Liyan Hu, quienes desarrollaron el proyecto con una inversión de 125 mil dólares, el cual probaron primero en China antes de llevarlo a Bamiyán el día 10 de junio.
Así, con el permiso de la Unesco y del gobierno afgano, proyectaron las imágenes de los budas en 3D en los huecos que dejaron las explosiones que los destruyeron.
La proyección de los hologramas abrió la posibilidad de que el turismo local se reactive, toda vez que los budas gigantes eran el atractivo en la zona, y sin ellos la población local ha tenido que recurrir a otras actividades para sobrevivir, o en el peor de los casos emigrar.
Para la reconstrucción de los dos colosos, especialistas internacionales ven urgente conseguir financiamiento de parte de la comunidad internacional, del gobierno suizo, de donantes privados y de la ONU.
Un punto que ha frenado la reconstrucción de los budas es la posición de los países donantes, que advierten que antes de levantar los monumentos destruidos por guerras o el terrorismo es vital levantar primero las zonas habitables arrasadas por la violencia.
Según proyecciones de Naciones Unidas, para que un monumento histórico y patrimonio de la humanidad dañado o destruido sea considerado en los programas de recuperación, se evalúan los daños, posible costo, procedencia de aportaciones financieras y tiempo aproximado para su reconstrucción.
Para conservar el sitio y evitar que aumente el daño con el paso del tiempo y el clima extremo, los nichos excavados en la roca, en los que se encontraban las enormes estatuas fueron apuntalados para evitar que colapsen y los restos de los budas (montañas de roca) fueron recolectados y llevados a bodegas, en donde al parecer seguirán por muchos años.
De acuerdo con la cadena británica BBC, para esta labor Bert Praxenthaler, un historiador de arte alemán y escultor, trabajó en el lugar durante más de nueve años para recuperar los trozos en que quedaron los dos gigantes. Praxenthaler y su equipo trabajaron con 400 toneladas de escombros y recuperaron muchas de sus partes, junto con minas terrestres, metralla y explosivos utilizados en su demolición.
Asimismo, toneladas de metal tendrán que ser fabricados e importados para la reconstrucción de las estatuas.
Esta situación ha impedido por más de una década el desarrollo de trabajos del Instituto Federal de Tecnología de Zurich, que labora con imágenes digitalizadas para construir modelos a escala de seis metros sobre la forma en que podrían ser levantadas las esculturas de los budas.
El líder religioso islámico de Afganistán en aquel momento, el mulá Omar, decretó la destrucción de todas las estatuas anti-islámicas y justificó su decisión al considerar insultantes para el Islam estas esculturas.
De acuerdo con el periódico “The New York Times”, para cumplir con la destrucción de los budas, que duró 25 días, los talibanes usaron misiles antiaéreos, munición de tanque, cargas explosivas colocadas alrededor de las estatuas y ametralladoras. “La destrucción de las estatuas es una orden islámica y tomé esta decisión a la luz de una fatwa (orden islámica) lanzada por los ulema (miembros del clero) y la Corte Suprema de Afganistán”, explicó días antes de ordenar la desaparición de los colosos, aunque existe el antecedente de que en 1998 los mismo gigantes ya habían sufrido ataques con dinamita, pero en esa ocasión los daños fueron superficiales.
Aunque en años recientes se han conocido destrucciones de templos y museos por parte de milicianos de Al Qaeda y el Estado Islámico en Siria, Irak, Libia y Egipto, entre otros, la destrucción de monumentos históricos datan de hace varios siglos.
Esta práctica se remonta a los primeros años de la era cristiana, en los que edificios que ocuparon mezquitas y sinagogas fueron reemplazados por iglesias en muchos puntos del mundo, muchas veces sin respetar el arte contenido en ellos.
Uno de los casos es el registrado durante las campañas emprendidas por el rey inglés Enrique VIII, hace más de 400 años, cuando ordenó la sistemática destrucción de monasterios. Su intención era fortalecer su reforma religiosa que le había separado de la Iglesia Católica y con ello asegurarse que la población olvidaba los símbolos del pasado. Como consecuencia, Inglaterra apenas conserva imágenes de la Virgen María y otras figuras ornamentales habituales en las iglesias de la época.
Actualmente, cientos de monumentos patrimonio de la humanidad dañados o destruidos y en lista de reconstrucción son: la Gran Mezquita de Samarra, en Irak, dañada durante un bombardeo extremista en 2005; la antigua ciudad de Bosra, en Siria, afectada en 2013 por ataques de mortero; la Gran Mezquita de Alepo, en Siria, reducida a escombros por la guerra civil en 2013; Norias de Hama, en Siria, estas ruedas de agua de 20 metros de ancho fueron quemadas por combatientes en 2014; Ciudadela de Alepo, Siria, bombardeada en 2015 y destruida por servir de base militar; Zoco de Alepo, Siria, túneles de comercio destruidos en 2015 por intensos combates; Puente de Deir Ez-Zor, Siria, este puente colgante colapso tras bombardeos contra el Estado Islámico.
Otros monumentos en lista de reconstrucción de la Unesco son el Nimrud, en Irak, la antigua ciudad asiria fue saqueada en 2003 tras la invasión estadunidense; Crac des Chevaliers, Siria, el castillo de los caballeros de las cruzadas en el siglo XI fue dañado en sus muros por ataques aéreos y la artillería del régimen de Bachar al Asad; Tumba de Jonás, en Irak, el supuesto lugar donde están los restos de Jonás, un profeta bíblico, además de un diente que se cree, es de la ballena que se lo tragó, que data del siglo VIII a.C., fue destruido por el Estado Islámico en 2014, entre otros monumentos patrimonio de la humanidad.
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