Escenario

Berlinale aborda la marginación y la soledad en clave tragicómica en su segunda jornada

COBERTURA: La iraní Keyke mahboobe man (My favourite cake), la estadounidense A different man son tragicomedias que plantean la pregunta de hasta dónde estamos dispuestos a llegar para escapar de la soledad

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Presentación de 'A different man' en la Berlinale.

Presentación de 'A different man' en la Berlinale.

EFE/EPA/CLEMENS BILAN

Las perspectivas de personas empujadas a los márgenes de la sociedad fueron el eje de la Berlinale en su segunda jornada, en la que se unieron a la carrera por los Osos la iraní Keyke mahboobe man (My favourite cake), la estadounidense A different man y La cocina del realizador mexicano Alonso Ruizpalacios.

Las dos primeras son tragicomedias que plantean la pregunta de hasta dónde estamos dispuestos a llegar para escapar de una soledad impuesta en menor o mayor medida por las convenciones sociales.

La protagonista de Keyke mahboobe man es una viuda teheraní de 70 años interpretada por Lily Farhadpour que contra todo pronóstico decide tomar la iniciativa y desafiar los estrictos estándares morales del régimen iraní para encontrar a un hombre con el que compartir su amor por la vida.

Así conoce a un improbable príncipe azul, un taxista divorciado (Esmail Mehrabi) cuya vida también se ha visto asfixiada por las convenciones, aunque desde el inicio el espectador tiene claro que no les espera un final de cuento de hadas.

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No sólo el personaje de Farhadpour trasgredió en la pantalla los límites impuestos por el régimen iraní a las mujeres.

La pareja de codirectores, Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha (El perdón, 2022)- pagaron con la pérdida de sus pasaportes su decisión de traspasar los límites de lo permitido en los rodajes en Irán y perdieron así la posibilidad de acudir al estreno.

En un mensaje leído en por Farhadpour junto a la silla vacía de los realizadores, Moghaddam y Sanaeeha recordaron que desde la revolución islámica las actrices se han visto obligadas a usar el velo incluso en escenas de supuesta intimidad y a no tocar a sus compañeros de reparto.

“Hemos llegado a la conclusión de que ya no es posible contar la historia de una mujer iraní obedeciendo leyes estrictas como el velo obligatorio”, arguyeron, puesto que esas restricciones impiden representar las “vidas verdaderas” de las mujeres “como seres humanos completos”.

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Máscara o identidad

También el protagonista de A different man, un actor titubeante con la cara desfigurada por sinnúmero de tumores (Sebastian Stand), decide dar un salto a lo desconocido para escapar de la soledad tras irrumpir en su vida una expansiva dramaturga interpretada por Renate Reinsve.

Gracias a un procedimiento milagroso obtiene un rostro atractivo y la posibilidad de emprender una nueva vida, en que logra incluso los afectos del personaje de Reinsve, que sin reconocerle está tratando de dirigir una obra sobre su relación con su supuestamente difunto vecino.

La súbita aparición del carismático Oswald (Adam Pearson), que pese su apariencia desfigurada -o quizá precisamente gracias a ella- tiene la seguridad en sí mismo y el éxito social que el protagonista siempre añoró, le lanzan a un juego de máscaras que le llevan a él y al público a cuestionarse qué es la identidad.

¿Es acaso nuestro rostro algo secundario en última instancia, el “glaseado” de la tarta como sugiere en un cameo el actor Michael Shannon, o realmente determinan nuestra identidad, de forma que seríamos “un hombre distinto” en caso de cambiarlo?

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El neoyorquino Aaron Schimberg, el director, explicó que, tras nacer con un paladar hendido que sólo pudo ser corregido hasta cierto punto, toda su vida le ha acompañado la pregunta de hasta qué punto su apariencia le define para sí mismo y para los demás.

“Si hubiera nacido distinto, si se pudiera corregir, ¿qué cambiaría?” se interrogó.

El filme, señaló por su parte Pearson, deja todas estas preguntas abiertas a la interpretación y no pretende ser un alegato moralista sobre quienes tienen un aspecto diferente, ya que “una buena película cambia lo que el público piensa por un día, pero una gran película cambia cómo piensa el público el resto de sus vidas”, sentenció.

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Imagen de ‘La Cocina’ de Alonso Ruizpalacios

Sin papeles en una cocina

La cocina del mexicano Alonso Ruizpalacios, se sumerge en el trajín de una cocina en hora punta, en un restaurante en Times Square en el que la comida es preparada mayoritariamente por inmigrantes sin papeles que esperan que se resuelva su situación legal.

El soñador Pedro (Raúl Briones Carmona) se enamora de Julia (Rooney Mara), pero cuando se convierte en el sospechoso de robar 800 dólares de la caja pronto la situación se sale de control.

Este viernes se proyectará además la francesa Hors du temps (Suspended time), en la que dos hermanos regresan al hogar de sus padres durante la pandemia, mientras que mañana abrirán la tercera jornada del festival la alemana In Liebe, eure Hilde, sobre la resistencia contra los nazis, y la distopía Another time, protagonizada por el mexicano Gael García Bernal.