Cortos que deslumbraron en Macabro para noches de terror
CORTE Y QUEDA. A propósito de la temporada de Halloween y Día de Muertos, recuperamos algunos títulos de cortometrajes que este año figuraron en el destacado festival de la CDMX en agosto
cine
Arte del Festival Macabro.
Si bien el Festival Macabro se realizó el mes de agosto, sin embargo, a propósito de las fechas de Halloween y Día de Muertos revisitamos sus ganadores de cortometrajes en su vigésima segunda edición, donde el relato de un vampiro del subdesarrollo que trabaja en un popular mercado colombiano (Paloquemao, Jefferson Cardoza Herrera), las desventuras de una chica llamada Ivanna y un misterioso hombre en una carretera abandonada (Descenso, Alejandro Aguirre Tanus) así como el perturbador relato de unas gemelas siamesas unidas por una pierna (Skinned, Joachim Hérissé) se coronaron triunfadoras, hubo otras propuestas interesantes que resultaron imperdibles en el marco de este festín del horror. En Crónica Escenario hablamos de esos proyectos que también dieron de qué hablar en la selección oficial de este año.
Los cuervos, de Héctor Dávila Cabrera. Participó en la selección de cortometraje animado, llevándose una mención honorífica compartida con otro proyecto interesante. La historia se centra en un lugar de México, donde una maldición recubre las tierras de un importante terrateniente. Una persona intenta romper la maldición al entrar a la casona que parece ser el origen de toda esa negrura. Pero romper maldiciones no es tan sencillo, menos ante el acecho de los plumíferos negros. Con un estilo de animación bastante particular, Los cuervos nos recuerdan un mundo de realismo mágico característico de las tradiciones mexicanas que resulta en un ejercicio bello.
La Melodía Torrencial, de José Luis Saturno. Nominado actualmente al Ariel, también se llevó una mención honorífica en este festival de horror. Explorando la importancia de las narrativas orales que dan vida a los cuentos como los conocemos, este corto nos presenta a un músico errante que tiene el poder de atraer la lluvia con la música creada por su acordeón. Ayudar a un pueblo en plena sequía es la siguiente meta, pero a veces los deseos que pedimos pueden complicarse. Con la narración de Gabriel Chávez, La Melodía Torrencial adquiere un solemne aire de leyenda rematando con una gran moraleja final.
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Cascada, de Marcos Muñoz Flores. En medio de la competencia de cortometraje mexicano, este proyecto se basa en un hecho real. Lidia, después de una dura pelea con su novio, lo apuñala para después enfrentar el arrepentimiento de sus actos. A través de una locación encerrada (un elevador) y de un par de actuaciones interesantes por parte de Ximena Alexia y Dekko Mohar, Muñoz Flores explora los peligros de las relaciones tóxicas y deconstruye la psique de una víctima de la violencia de género para resaltar los peligros de la misma así como las funestas consecuencias que puede traer.
The Smile, de Erik van Schaaik. A través del formato de falso documental, ese corto animado nos relata la triste historia de Knud, un cocodrilo que pasó de ser la curiosidad de las fiestas de su dueño, un importante productor de cine, al estrellato mediante su participación en cintas series b. Con su voracidad clásica y una sonrisa que lo encumbra, somos testigos de la caída en desgracia de una figura pública mientras exploramos al más puro estilo de Sunset Boulevard (Wilder, 1950) los riesgos de la fama, las consecuencias de las obsesiones y cómo hasta la sonrisa más brillante siempre llega a un final.
Mantra, de Stef Meyer y Pascal Bourelier. La pareja feliz de Emma y Paul acaba de mudarse a su nuevo recinto, pero él tiene que partir a un viaje de trabajo urgente, dejando sola a su chica. Debido al interés de Paul por los insectos, Emma descubre la existencia de una mantis religiosa con la que comienza a desarrollar un lazo muy particular. Pero cuando Paul regresa a casa, ese vínculo puede ser más peligroso de lo que pensamos. Un gran body horror con reminiscencias a La Metamorfosis de Franz Kafka que nos muestra cómo la soledad puede ocasionar trasformaciones extrañas, incluso animalísticas, en cada uno de nosotros. Su final es excepcional.
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Incubus, de Tito Fernandes. Una premisa sencilla cargada de simbolismos y un mensaje brutal acerca de la salud mental y, nuevamente, la violencia de género. La historia se centra en una mujer que vive atrapada en un bote donde tendrá que enfrentar a sus miedos interiores detonados por un atroz pasado. El encierro que la protagonista vive es un reflejo de la mente de ella, donde los miedos carcomen su vida hasta que la última salida es inesperadamente impactante. Dura, pero con un mensaje digno de reflexionarse, es una propuesta que demuestra el uso de una pequeña locación como atmósfera para explorar la psique humana y sus traumas.
Backroom Blues, de Andreas Kyriacou. Nostalgia, pura y sencillamente es la motivación de este corto y la razón por la que uno conecta de inmediato con la historia. Desde Chipre, tres amigos adolescentes idean un gran atraco a un videoclub al intentar infiltrarse al misterioso cuarto trasero de la tienda. Pero los misterios de ese lugar son inesperados incluso para ellos. Repasando la época de gloria de los VHS en la década de los 90, la historia no contiene mucho horror pero si un corazón latente para todos los amantes del cine que pasamos alguna vez por este tipo de experiencias. Además, los guiños a grandes sagas de todo tipo le dan un añadido incomparable y un tanto hilarante.
Katrinas, de León Landázuri. Bajo una puesta en escena en blanco y negro conjuntada con una estética interesante, seguimos los pasos de una joven que vaga en las vacías calles de su pueblo. Su destino cambia cuando se topa con Micte, la misteriosa y anciana pescadora del pueblo que le mostrará la verdad detrás de su caminata solitaria. La violencia de género vuelve a formar parte de un proyecto que conjunta ese terror cotidiano del país con la magia de los espíritus vagantes que buscan venganza de aquellos hombres que las hicieron ser almas en pena. Y es que no hay miedo más horrendo que el caminar sola en las calles de una sociedad como ésta.
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Tzithu, de Óscar Navoa. Ubicado en los tiempos de la Revolución Mexicana, acompañamos a Zoteno, un campesino que lo perdió todo en la batalla. Sus tierras están agonizantes y la pérdida de su hija lo carcome. Ante la tremenda desesperanza de su alma, el anciano buscará cambiar su fortuna enfrentándose a las tentaciones del mismísimo diablo. Nuevamente un relato que nos recuerda esas historias que, generación tras generación, van marcando a los escuchas, mostrándonos que esos cuentos contados por nuestros abuelos pueden tener un aire de verdad y qué mejor que sus almas no cayeron en manos del chamuco.
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