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‘Leo’: Un mensaje de vida de una iguana con buen corazón

CORTE Y QUEDA. Con Adam Sandler como protagonista, la nueva cinta animada de Netflix estrenó para complacer el humor de chicos y grandes

CINE

Fotograma del filme.

Fotograma del filme.

Cortesía

Adam Sandler es uno de los comediantes más queridos y odiados por el público debido a su sentido del humor que usualmente cae en lo escatológico y hasta lo burdo o torpe. Sin embargo, el actor y productor maestro de la comedia vulgar ha sabido manejar sus cartas adecuadamente, demostrando una diversidad que, más allá del agrado o rechazo de la audiencia, le ha permitido hacer lo que él quiere a través de proyectos inesperados., ofreciendo sorpresas como Embriagado de amor (PTA, 2002) o Uncut Gems (2019), por nombrar algunos.

Ahora, gracias a su asociación con Netflix, Sandler vuelve al terreno de la animación, aquel que por primera vez tocara con la absurda locura de Ocho noches de locura (Kearsley, 2002) donde una cinta aparentemente navideña se convierte en un caos típico del histrión, para ahora interpretar a Leo, una iguana que funge como mascota de escuela con 74 años de edad que descubre que su tiempo de vida se acaba y busca escapar de su cautiverio para vivir experiencias antes de estirar la pata sin saber que está a punto de impactar la vida de muchos.

No es la primera vez en este año que Sandler, como productor, decide abarcar el tema de la madurez pues antes en el año estrenó en la misma plataforma ¡No estás invitada a mi Bat Mitzvá! (Cohen, 2023), ofreciendo una fórmula básica pero sensible y eficiente un drama escolar de madurez que fue bien recibido por la audiencia.

Ahora, a través de un coming of age animado y musical, Sandler, al lado de Bill Burr como la amargada tortuga compañera de Leo, Squirtle (nótese la burlona referencia a Pokémon), crean un espectáculo bizarro con lecciones memorables acerca de la vejez, la felicidad y la vida misma, enfocándose en esta generación llena de las ansiedades de sus padres que parecen heredar la cantidad de problemas, complejos y demás, mientras que el miedo a madurar ronda por su último año en primaria.

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Curiosamente, a pesar de no dejar muy clara la línea de para quién va dirigida realmente la cinta, el guion de Leo, escrito por Sandler, Robert Smigel (Hotel Transylvania, 2012) y Paul Sado (Zapatero a tus zapatos, 2014) y dirigido a seis manos por el primero mencionado junto a David Wachtenheim y Robert Marianetti, abarca interesantes paralelismos con los que la audiencia puede conectar más allá de las bromas de flatulencias o frases ramplonas que son el sello de la casa del comediante. Y es que, a pesar de ello, Leo es un personaje adorable que se vuelve una especie de mentor para los jóvenes, ahondando en la importancia del respeto a los mayores y sus experiencias.

Asimismo, el miedo de Leo por la muerte es compartido de diferente forma por los niños de la clase. Ese temor de la peculiar iguana de seguir creciendo sin haber vivido se contrapone con el inevitable crecimiento de los alumnos, aquellos que están a punto de entrar a una nueva etapa sin saber qué esperar de ello y, sobre todo, ante los problemas que cada uno enfrenta con sus respectivas familias. Factores que los dejan marcados y de los cuales Sandler y compañía hacen una burla mordaz para mostrar después un lado emotivo y tierno que genera en Leo una conexión emocional inevitable.

Es en esos puntos, exacerbados por las alocadas canciones que son de un tinte bastante incorrecto pero cumplidor, donde Leo encuentra su mayor fortaleza pues no tiene temor de burlarse de ciertos temas como las inseguridades, las faltas de amistades, las separaciones y los padres ausentes, pasando por los dilemas constantes de la aceptación que, como pequeños, enfrentamos todos. Sandler y sus coguionistas toman esos asuntos con la debida seriedad, alejándolos un poco de las bromas típicas de su humor, logrando grandes momentos en su haber.

Asimismo, el estilo de animación es bastante particular, siendo el mayor detalle el empleado en Leo, que tiene sus buenos momentos de humor de pastelazo, burlándose de los niños de preescolar retratándolos como pequeños monstruos que solo saben hacer desastres. Incluso los pequeños de la clase tienen sus rasgos distintivos de las personalidades y problemas que tienen, sin importar que las texturas sean realistas, sino en un sentido mucho más caricaturesco que contrasta con lo hecho en la nueva ola de animación reciente.

A pesar de tener un último acto un tanto atropellado, Leo encuentra un balance en su mensaje, que es capaz de conectar con las audiencias familiares donde los padres podrán reconectar con esos tiempos de niñez y los jóvenes podrán ver que no siempre es malo escuchar a los mayores. Todo eso gracias al encanto y buen corazón de una iguana animada que, en busca de su deseo por experimentar la vida, se percata de que ya lo ha hecho, mostrándonos que, a veces, escuchar y dar consejo es el mejor regalo que vivir nuestras vidas puede darnos, sin importar la edad.