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‘Viernes negro’: Un slasher que alivia la sed de sangre de los fans del terror

CORTE Y QUEDA. La nueva película de Eli Roth llegó a las salas de cine nacionales para poner el foco en Acción de Gracias, otra de las grandes celebraciones de EU

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Fotograma del filme.

Fotograma del filme.

Cortesía

Hace 21 años, Eli Roth, joven actor, guionista, director y productor, debutó en cines con su ópera prima, Cabaña sangrienta (2002), cinta que retomaba elementos de fórmulas establecidas en el terror para crear un relato medio gore con un grupo de jóvenes que se contagiaban de un virus extraño en medio de sus actos imprudentes. Después, consolidó su carrera con Hostal (2005), donde el nacido en Massachusetts sería pieza clave para el subgénero del ‘torture porn’ con otra cinta donde mostraba la arrogancia de los estadounidenses turistas y las formas de pagar sus actitudes.

Después de convertirse en gran amigo de Quentin Tarantino, conseguir un cameo de Takashi Miike, hacer alusiones a los grandes maestros del género como George A. Romero o Ruggero Deodato y de los tropezones en su carrera como La casa del reloj en la pared (2018) o el remake de Death wish (2017), Roth vuelve al camino que lo vio nacer con un slasher entretenido y eficiente que, al más puro estilo de John Carpenter, toma una festividad norteamericana clásica para llenarla de sangre, horror y un icónico asesino en Viernes Negro.

Salida de un tráiler falso en medio del proyecto Grindhouse (Rodríguez y Tarantino, 2007), Roth crea una cinta que no sólo rinde homenaje a ese pequeño cortometraje sino que, como también lo hiciera Robert Rodriguez con Machete (2010), extiende ese universo para criticar el capitalismo extremo y la voracidad desatada en el fin de semana de Día de Acción de Gracias, festividad que se ha pervertido a tal grado de que ya no es importante la comunidad con la familia sino las ofertas seguidas en ese Viernes negro donde la gente literalmente es capaz de matar por obtener un electrodoméstico, vestido o cualquier otro detalle material.

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Ante ese panorama, Roth saca sus armas y decide lanzar una crítica muy por encima acerca de esa pérdida de la identidad de una tradición que se remonta hasta la creación misma de los Estados Unidos con las colonias, usando a un grupo de jóvenes imprudentes como base para que un asesino vengador desate el caos y les tenga preparado una cena nada amistosa, esto en aras de lo sucedido justamente una noche de Viernes negro que termina en tragedia para la pequeña comunidad de Plymouth, Massachusetts.

Una pieza clave del slasher siempre recae en el asesino y sus motivaciones. En este caso, Eli y su coguionista, el amigo de la infancia del realizador, Jeff Rendell, toman como inspiración ni más ni menos que a uno de los líderes de los peregrinos llegados a estas costas de Boston, John Carver, como la imagen del matón que buscará saldar cuentas pendientes y crear un Día de Acción de Gracias extremadamente doloroso. Carver, personaje histórico en los Estados Unidos, aquí se convierte en un símbolo de la perversión de esta festividad al convertirse en la furia vengadora y sanguinolenta de una celebración que poco a poco ha sido demeritada por el consumismo.

A su vez, la historia se complementa con la postura de los adolescentes y uno que otro adulto, quienes tienen tremendos actos de torpeza, algo característico del cine de Roth que remite sobre todo a sus primeras obras como director. Aquí, los personajes sirven como buena carne de cañón en un slasher, pero es Jessica, interpretada por Nell Verlaque, quien tiene un arco interesante aunque poco original. Su despertar y los dilemas que enfrenta durante la cinta son, justamente, abarcan la cuestión de la familia rota, factor que resuena más al tomar la celebración del Día de Acción de Gracias como referente. Jessica no sólo tendrá que enfrentar al misterioso asesino, sino que tendrá que sanar sus heridas personales en un enfoque similar a Scream: Grita antes de morir (Craven, 1996).

Aparte de ella, destaca Patrick Dempsey como el sheriff de este condado, quien tiene su vuelta al género desde la fallida Scream 3 (Craven, 2000) y que explora un lado no tan conocido para sus fans, además del regreso de uno de los histriones que acompañó a Roth en los principios de su carrera, Rick Hoffman. En cuanto a los jóvenes perseguidos, todos cumplen en transmitir su miedo, estupidez y hasta seriedad en algunos casos, mismos que ayudan a añadirle esa capa de no saber quién está detrás de los asesinatos o si bien alguno de ellos puede ser el culpable.

Asimismo, Roth regresa al gore incómodo y desagradable mezclado con un humor malsano que le da un sabor especial a este festín slasher. La cinta se atreve a incluir ciertas referencias al tráiler falso, como algunas muertes, pero es capaz de sorprender con otras donde el realizador muestra que jamás le tiembla la mano cuando se trata de matar personajes de las formas más retorcidas, originales e incluso hilarantes. Se aplaude a su vez que todo sea en favor de efectos prácticos, lo que le da un aire de realismo exagerado a esas escenas que funcionan como la cereza del pastel para el relato brutal de Carver.

Además, Viernes negro cuenta con una banda sonora bastante destacada por parte de Brandon Roberts y un gran tema por parte de Misfits, “Where Eagles Dare”, que resuena como un gran extra. Otro factor interesante es el regreso del fotógrafo Milan Chadima, con quien Roth filmó el tráiler falso del filme para Grindhouse en 35mm además de conocerlo también por su trabajo en las dos primeras cintas de Hostal. Aquí, dejando de lado ese aspecto de grano, captura muy bien la esencia actual pero también los momentos de tensión de esta festividad, usando colores como el amarillo o el blanco y azul para ambientar de mejor forma la masacre.

Si bien Viernes negro no reinventa el género, Roth sabe jugar sus cartas de buena forma para presentar un relato de festividades al más puro estilo de Halloween (Carpenter, 1978) o las más navideñas Silent night deadly night (Seller Jr., 1984) y Black Christmas (Moore, 1974), ofreciendo un slasher que aliviará la sed de sangre de los fans del género, creando un nuevo asesino en serie en John Carver listo para partir el pavo y una que otra extremidad, con una cinta que puede hacer del Día de Acción de Gracias algo tan cruento como la Noche de Brujas.