Esta semana se estrena la más nueva entrega de la saga de Depredador, donde su universo se expande con nuevos personajes y mundos por explorar, apartándose de lo que vimos en la entrega anterior.

La película, dentro del canon fílmico, tiene lugar mucho tiempo después de El Depredador y, dentro de la cronología de estrenos, es precedida por la película antológica animada Depredador: Cazador de Asesinos (2025). Pero entremos en contexto antes de hablar de esta nueva entrega:
La película original fue estrenada en 1987 y se convirtió en un ícono ochentero de inmediato. La trama nos muestra a un grupo de fuerzas especiales estadounidenses, altamente entrenado, que es enviado a la jungla de Guatemala para localizar a un importante dignatario accidentado en la zona. Los soldados no encuentran al sujeto, pero sí un helicóptero y a sus ocupantes salvajemente mutilados, por lo que asumen que es una venganza de los guerrilleros. Una vez que han dado la misión por finalizada, se encuentran con algo extraño que los acecha en la selva y cuyo origen no logran descubrir. Uno por uno, caza a todos los componentes menos a Dutch (Arnold Schwarzenegger), quien sobrevive y consigue vencer al alienígena, que antes de ser capturado se autodestruye.

El éxito de la película generó una franquicia de medios: películas, novelas, cómics, videojuegos y juguetes. Dio lugar a tres secuelas directas —Depredador 2 (1990), Depredadores (2010) y El Depredador (2018)—, una precuela tituladaPresa (2022) y la película animada Depredador: Cazador de Asesinos (2025). También se realizó un crossover con la franquicia de Alien, produciendo las películas del universo Aliens vs. Depredador, que incluye Alien vs. Depredador (2004) y Aliens vs. Depredador: Requiem (2007), las cuales tienen conexión con nuestro estreno en cuestión.
La mitología del monstruo cazador se ha ido descubriendo con cada nueva entrega. El Depredador, o Yautja (su nombre biológico), es una criatura alienígena destacada por ser un cazador de trofeos humanos u otras especies alienígenas peligrosas. Viajan por la galaxia cazando a toda criatura digna de enfrentarse a sus habilidades y que suponga un auténtico reto. Creado por Jim Thomas y John Thomas, el Depredador recibió una dotación de avanzada tecnología, como camuflaje electromagnético y armas de energía.
Esta nueva entrega es diferente a las demás, pues por primera vez no seguiremos a los protagonistas humanos tratando de sobrevivir al despiadado alienígena —algo a lo que estamos acostumbrados en entregas pasadas—, sino que ahora seguiremos a uno de ellos: Yautja, el joven depredador Dek, interpretado por Dimitrius Schuster-Koloamatangi. Al no ser tomado en serio por su clan, e incluso considerado inútil para su pueblo, es apartado de la comunidad. La película responde muchas preguntas sobre la mitología del Depredador y, por fin, escucharemos un diálogo entre estas criaturas. Además, por primera vez el protagonista no será el cazador, sino la presa.

Ambientada muchos años en el futuro, en contraste con todas las películas anteriores de Alien y Depredador, la historia comienza en Yautja Prime con el joven Dek, el más pequeño de la camada. Con la ayuda de su hermano Kwei, se motiva y se embarca en una cacería de todo o nada en Genna, un planeta altamente peligroso, buscando cazar al Kalisk y demostrarle a su padre, Njohrr, que es digno de ser un guerrero tanto como los otros. Sin embargo, en su travesía se encontrará con una inesperada aliada: Thia (Elle Fanning), una especie de cíborg sintética de la Weyland-Yutani Corporation. Juntos estarán listos para enfrentar algo mucho más peligroso y grande. Dek se enfrenta a un terreno hostil lleno de criaturas, trampas y dilemas morales que lo empujan a cuestionar sus propias creencias. Lo que comienza como una misión de gloria termina siendo un viaje de supervivencia y autodescubrimiento.
Algo completamente nuevo en esta saga es ver la historia desde el punto de vista del Depredador. Su relación con Thia aporta equilibrio al tono de la película: él habla poco, ella no se calla nunca. La química entre ambos funciona gracias a un guion que combina tensión, humor y humanidad sin romper la atmósfera sombría. Thia se convierte en el eco emocional del protagonista y en el contrapeso perfecto para los momentos más silenciosos. A la par, el dúo conoce a Bud, un nativo del planeta que sirve como alivio cómico. Pero su presencia no se limita a eso: hacia el final revela un propósito narrativo importante que conecta con el crecimiento de Dek y su mirada del mundo. Cabe señalar que no cae en el humor forzado.

Si algo ha demostrado esta franquicia es su capacidad de reinventarse sin perder del todo su esencia. Hay momentos violentamente espectaculares, diseños de criaturas titánicas y horribles (en el buen sentido de la palabra), acción bien medida y una narrativa visual que se atreve a ir más allá de lo que estábamos acostumbrados en esta saga. Para quienes llevaban tiempo pensando que la franquicia estaba agotada, esta entrega demuestra que aún queda caza para rato. No es perfecta, pero entretiene, sorprende y ofrece lo que muchos esperaban: acción brutal, estética potente y un enfoque distinto que deja ganas de más.
La novedad de la trama no es solo su arco de madurez, sino que vemos por primera vez cómo vive, piensa y siente un Yautja desde dentro de su cultura. El guion se toma su tiempo para mostrar las costumbres de la especie, su lenguaje y los rituales detrás del icónico camuflaje. Ahora sabemos, sin necesidad de recurrir a cómics o guías, cómo se gana un Depredador su derecho a portar la tecnología que lo hace letal.

Recomendable para los cinéfilos que gustan de monstruos guerreros y ciencia ficción. ¡Nos vemos en el cine!
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