“Por una noche y parte de un día viví entre aguas negras y me superó el pánico”
Magali, enfermera en el Hospital Fidel Velázquez del IMSS en Ecatepec, una de las afectadas en Ciudad Azteca por la inundación del miércoles, relata que enfrentar una situación así “fue una locura, de miedo y más si tienes dos niños pequeños a los que tienes que proteger, ese temor te rebasa”
Inundación en ecatepec
“Puedo decir y asegurar que por una noche y gran parte de un día fui damnificada, viví entre aguas negras y me superó el pánico y la impotencia al no saber qué hacer”, relata a Crónica, Magali, una vecina de Ciudad Azteca que con voz entrecortada asegura que lo que enfrentó con su familia la tarde-del miércoles con la fuerte lluvia que cayó al inundarse su casa con aguas negras, “fue una locura, momentos de miedo que no se lo deseo a nadie, y más si tienes dos niños pequeños a los que tienes que proteger, ese temor te rebasa”.
Calzando botas de hule para limpiar lo poco que puede de su casa para no mojar sus pies, esta mujer de 32 años, madre de dos niños de 6 y 7 años, comenta que “quien no ha vivido una situación como ésta, sentir realmente el abandono de las autoridades que no se aparecen sino hasta el día siguiente, no puedes entender lo que es sentir impotencia y miedo a la vez, ya que en un pestañeo lo que con grandes sacrificios conseguiste en años de trabajo y ahorros, lo puedes perder por una situación que a todos alguna vez nos puede pasar”.
Magali, enfermera en el Hospital Fidel Velázquez del IMSS en Ecatepec, comenta que desde la noche del miércoles con la fuerte lluvia, el agua de la calle subió en cuestión de minutos, comenzó a entrar por la puerta que da a la calle y lo que la inquietó, señala, es que uno de sus hijos le dijo que el agua del inodoro en la planta baja se estaba saliendo, por lo que fue presa de los nervios, pues tenía qué hacer algo, ya que sus dos pequeños no podrían ayudarla a mover muebles pesados y tampoco exponerlos a una infección por el agua del drenaje.
“Llamé a mi papá, le conté la situación y cerca de la 1 de la madrugada llegó con uno de mis tíos y dos de mis primos que me ayudaron a mover algunas cosas. Mis niños estaban en la planta alta durmiendo y como seguía lloviendo y el agua subía, mis primos se llevaron a mis hijos a casa de mis papás en San Lorenzo, en Coacalco, y fue lo mejor, pues no quería sentirme más preocupada sin poder moverme en casa y con mis hijos oliendo el agua fecal”.
INFECCIÓN
La joven asegura que mover las cosas de un lugar para otro en un intento por salvar algunos de sus pocos muebles del agua sucia fue una odisea, una locura.
“No puedo quedarme ya con los sillones de la sala, se empaparon en gran parte y ni lavándolos quedan, ya que muchas bacterias se anidan en fibras de los sillones y para qué me expongo y a mi familia a una infección. Lo único que rescaté fueron mis trastes y cosas de la despensa, de mi refrigerador no sé si funcionará, y veré cuando lo conecte y es que el agua llegó hasta el motor y creo lo tendré que tirar”.
Sin dejar de observar sus muebles empapados trepados en tabiques, Magali guardó silencio por un largo minuto mientras veía sus cosas, su casa anegada por agua fecal y repetía un constante recorrido desde la sala a la calle para asomarse en espera de que ocurriera tal vez un milagro y que el nivel del agua disminuyera, pero no fue así, sino hasta pasadas las 5:00 de la tarde del jueves, cuando el gua comenzó a fluir por las coladeras.
“Sé que mi familia me apoya, que con sacrificios compraré poco a poco lo que haga falta, pero mi mayor preocupación son mis niños, están pequeños y tal vez no entiendan por qué de estas cosas y del peligro que corremos si sube de nivel el agua, si hay un corto circuito u otra cosa peor, la verdad no lo sé, mi temor es no saber qué hacer si se presenta una emergencia mayor”.
APAGONES
En el transcurso de la madrugada y parte del día de este jueves, la joven cuenta que no ha podido tampoco cargar bien la batería de su teléfono celular, ya que se han registrado apagones constantemente, lo que también la ha puesto nerviosa, pues sin electricidad el servicio de internet también no es constante.
Esta enfermera que da servicio en el área de ginecobstetricia, relata con lágrimas a punto de brotar de sus ojos, que tiene menos de un año viviendo en Ciudad Azteca, que es feliz, pues sus vecinos han sido muy solidarios con ella y sus niños, pero nunca imaginó que viviría una emergencia de este tipo.
“Ves en las noticias lo que está pasando en Chalco y piensas, que trágico lo que están viviendo estas personas, tantos días con esa pestilencia y sin solución alguna, piensas de inmediato en los niños de todas esas familias y en los adultos mayores y te viene a la mente: ‘ojalá eso nunca me pase a mí, y ya vez, lo viví en carne propia’”.
Mientras la madrugada transcurría sin algún resultado que indicara que el agua disminuía, esta madre soltera cree que los drenajes estaban con tapones de basura o ya son insuficientes para determinada cantidad de agua.
“Mi papá y mi tío trataron de sacar algo del agua que estaba en la casa, pero era imposible, ya que si sacaban una cubetada era la misma o tal vez más la que se regresaba”, señala.
PARA IR AL BAÑO
Con risa nerviosa y con ojos rojos por estar en vela, Magali señala que pasadas las 7:00 de la mañana le preguntó a su papá y su tío si querían ir al baño, pero no al de la casa, ya que el agua escurría por el inodoro, a lo que contestaron de manera afirmativa. La joven les dijo que aprovecharan que iban al supermercado en Plaza Aragón para comprar desinfectantes, cloro y pino para limpiar la casa cuando el agua hubiera bajado, pero sólo Magali y su tío fueron a realizar las compras, ya que Juan, su papá, dijo que él aguantaría para ir más tarde.
“Imagina que no puedes salir de casa por causa de la lluvia, está inundado y con el agua del inodoro como estaba y que tienes necesidad de ir al baño, no sé qué hubiera hecho, no me lo imagino”, reflexiona pensativa ante esa incógnita mientras revisaba su teléfono celular.
Magali comenta que por momentos se sintió atrapada en su propia casa, y a pesar de que el agua comenzó a bajar a cuenta gotas, no se sentía aliviada, pues existía el miedo de que una nueva lluvia agravara la situación.
“Mis primos dejaron con mi mamá a mis hijos y regresarían después del mediodía por nosotros y me traían más cloro, desinfectante de pisos y paredes y gel para manos, pero no pudieron pasar, y es que vecinos de colonias aledañas que también estaban inundadas, cerraron las calles con piedras y cordones y no permitieron el paso de ningún vehículo, por lo que se tuvieron que regresarse con las cosas”.
“Esta es una pesadilla que no me gustaría volver a vivir, ya sé lo que es vivir entre aguas negras y solo quien lo ha vivido sabe que es algo para sentir miedo e impotencia”, indicó.