
"México es uno de los países que más teatro hacen en el mundo”, menciona el actor y productor Fred Roldán, en el marco de sus 54 años de carrera, quien celebra la ardua labor del teatro con las obras Alicia en el país de las maravillas, Pinocho, El Marqués de Sade, Y llegaron las brujas y Arcángeles en el Centro Cultural Roldán Sandoval.
“Llevo 38 años haciendo Pinocho, porque mi cara todavía me da para hacerlo, pero el día que mi cara ya no me dé, que me sienta agresivo para los niños, dejo de hacer Pinocho; tengo muy claro todo lo que hago”, señala, al compartir con Crónica un poco de la experiencia que le han dejado las distintas puestas en escena que hasta hoy lo han acompañado a través de varias temporadas.
“Desde que comencé hasta ahora, ha habido un cambio garrafal, porque antes las carteleras dedicaban todo un pliego de teatro infantil y otro pliego completo dedicado a teatro para adultos; hoy nuestra cartelera es más corta porque no todo se anuncia. Hay mucho teatro independiente, que va desde la pequeña producción hasta la más grande, y se presenta en diversos foros; en ese sentido hemos crecido muchísimo”, comentó a Crónica.
Tras 22 años de haber fundado el Centro Cultural Roldán Sandoval, junto a la actriz Lupita Sandoval —inaugurado el 13 de enero de 1997 con la ópera El retrato de Dorian Gray, una adaptación de la novela de Oscar Wilde—, Fred Roldán continúa llevando a su escenario producciones de distintos géneros: musical, drama, comedia, infantil, etc.
“Tiene que ver mucho con los costos, la gente piensa si realmente amerita pagar un boleto para el teatro. El público que ve una de mis obras la recomienda y luego va a otra, así que yo no tengo mucho problema porque el teatro lo hacemos todos, pero siento que para algunos compañeros artistas el teatro representa una inversión millonaria, porque de repente contratan a gente que cobra mucho dinero y si no están llenando los foros, eso debe ser muy angustiante.
“Yo me he ido por otra línea, tengo un teatro de 100 localidades, imposible poner una obra tan grande como las que algunos ponen, con un reparto muchas veces impagable, así que yo no me complico mucho, pero si vas a un teatro que tiene 500 localidades, con un reparto de 18 o 25 personas, más músicos, es una fortuna y estarse tronando los dedos por si entra o no la gente, debe ser espantoso”.
Sin embargo, la herencia que tanto Roldán como Sandoval han construido para sus hijos, en realidad se convierte en un legado para varias generaciones, haciendo del centro una escuela para jóvenes actores quienes han tenido la oportunidad de adquirir experiencia en el mismo foro, impulsando así al nuevo talento.
“Desde que tengo uso de razón el teatro siempre ha estado en crisis. Yo creo que es una cosa de apreciación, como el caso de Jesucristo Súper Estrella, que aunque es un espectáculo maravilloso si a la gente le dices a tres mil pesos el boleto, va a decir ‘¿cómo?’. No es lo mismo si dices trescientos pesos, y aún así cuando les manejas esos costos hay quien todavía busca los descuentos, con ganas de decirles ‘vaya al cine a ver si allá le dan descuentos’. Creo que la gente no hace un estimado en sus sueldos para su esparcimiento. Además de la función implica el estacionamiento o transporte, las golosinas y a lo mejor quieres ir a cenar después, entonces se convierte en un gasto muy fuerte”, explica.
“¿Cuánta gente no ve un espectáculo porque no puede pagarlo? Creo que cada quien es libre de cobrar lo que quiera, pero siempre he pensado en mi público, yo los despido al concluir la función y la conexión que creo con ellos es muy diferente a lo que hacen otras producciones. Prefiero no invertir en algo impagable, para que el costo sea accesible y la gente pueda pagarlo”, asegura.
Haciendo cuenta de los años de carrera artística y de los teatros más importantes del país que ha pisado, considera que se ha dedicado a “tocar almas” a través de la experiencia en vivo, sin embargo considera que no existe un “educación teatral” en México: “En ninguna escuela se habla de teatro, son pocas las escuelas que tienen talleres de teatro. Antes el gobierno le pagaba a compañías de teatro para asistir a las escuelas. Es increíble que haya gente de más de cuarenta años que nunca ha asistido porque no la educaron para ir al teatro; te educan para trabajar, para comprar lo indispensable para vivir, te vas a los artículos de primera necesidad y para mí el teatro es un artículo de primera necesidad”, sentencia.
Pronto comienza a hacer memoria de la que podría considerarse la época dorada del teatro en México, cuando se implementaron los teatros del Seguro Social, reconociéndola como una época en la que “los teatros estaban todos llenos y florecían”, hasta reflexionar sobre la situación actual del país: “En el gabinete de este sexenio no existe gente en cultura preocupada por el teatro ni por que el público asista, por eso la mayoría de los productores somos independientes; debería haber gente especializada que esté en cultura para apoyar a tantos proyectos y crear una verdadera industria”.
Como parte de un ejercicio que suele realizar al visitar otros países, ha encontrado ideas creativas en producciones en el extranjero donde el teatro ha podido evolucionar y crecer como cualquier industria: “En Estados Unidos y Londres las entradas al teatro se agotan, porque hay una industria, allá invierten en la cultura y el deporte para que la gente esté más sana de la mente, algo que aquí no se hace”, concluyó.
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