
En el punto de máximo riesgo por el contagio del virus SARS-CoV-2 en la Ciudad de México y con la mayor parte de las actividades económicas paralizadas, a los dueños del emblemático Edificio Ermita —propiedad de la Fundación Mier y Pesado— les ha entrado la prisa porque sus inquilinos —algunos de ellos de “toda la vida”— desocupen lo antes posible los departamentos que rentan, incluso cuando en algunos casos los contratos de arrendamiento aún no vencen.
Crónica se ha hecho, durante las últimas dos semanas, de testimonios, historias que subyacen a la tragedia de la pandemia por el COVID-19.
En el elegante Edificio Ermita habita la angustia, la tristeza, la inquietud, pero sobre todo el miedo, sentimientos que se cuentan en los siete pisos del inmueble ubicado en avenida Revolución y Jalisco, colonia Tacubaya, porque deben desocupar los departamentos, sin que tengan claro la urgencia para que esto se cumpla, el próximo 31 de julio.
Artistas, comerciantes, jóvenes profesionistas, mujeres y hombres de la tercera edad son la voces que narran hostigamiento y amenazas para salirse del edificio, donde más de 20 departamentos, de los 78 que tiene, siguen habitados.
“Sin más explicaciones, desde enero pasado administradores del Ermita nos han dicho a los inquilinos, de manera individual, que debemos desalojar los departamentos, incluso cuando muchos de los que vivimos aquí tenemos contratos que vencen después de julio. Con ese argumento, muchos hemos podido mantener el lugar donde vivir. Después, llegó el virus SARS-CoV-2 y las medidas impuestas por las autoridades de Salud del gobierno federal y de la Ciudad de México para quedarnos en casa, pero eso no frenó la disposición de los dueños de irnos del edificio”, comparte una de las habitantes.
Los inquilinos han pedido ocultar sus identidades por el temor a represalias individuales, aunque su denuncia es colectiva. Esa voz colectiva expresa preocupación por mujeres de la tercera edad a quienes también alcanza el anuncio de dejar las viviendas. “Aquí todos estamos preocupados por nuestra situación de vivienda y de salud. Claramente no tenemos adónde irnos. Rentar en otro lugar en estos momentos de la pandemia nos complica la vida. La mayoría somos adultos entre 35 y 40 años, pero aquí vive una señora de 80 años de edad que tiene una hija con discapacidad, para dónde van a jalar”.
La octogenaria mujer dejó su natal Durango en 1961. En plena juventud llegó al Edificio Ermita, y desde entonces está arraigada a la colonia Tacubaya, en la alcaldía Miguel Hidalgo.
“La señora no ha vivido en otro lugar más que éste. Aquí tuvo a sus hijos. Tiene una hija con discapacidad, y nos preocupa qué va a pasar con ellas, que son población vulnerable”, señalan los inquilinos.
En plena pandemia, a principios de abril, una joven extranjera que arribó a la capital del país para realizar un posgrado, tras dos años de rentar con una amiga —rommie— uno de los departamentos dejó el inmueble por “salud emocional”.
“Llegué a vivir a este edificio con mucho entusiasmo. Me gustaba mucho, pero empezó el hostigamiento para irnos, incluso amenzas. No pude más, y salí de ahí. Cambiarme de domicilio fue todo un lío. Viví un desgaste emocional tremendo, primero por la situación de encontrar a dónde irme. Sin un trabajo estable. Finalmente encontré un lugar por los rumbos de Tlalpan. Pagué más de 35 mil pesos por establecerme en un nuevo hogar. Ya sin rommie”, cuenta la artista, quien espera que los administradores no demoren más la devolución de su depósito, por lo que también pide el anonimato, pues dice temer que su testimonio derive en una represalia.
Otra joven que vive la misma angustia, comparte que en su trabajo le han reducido el salario como medida para mantenerla en su empleo. “Mi agradecimiento para la empresa es total. No es lo ideal, pero tengo un trabajo. Sin embargo, me asalta todos los días el pensamiento de adónde voy a ir a vivir con este ultimátum de la Fundación Mier y Pesado. En julio me tengo que ir”.
Durante la primera semana de la “nueva normalidad”, otra inquilina abandonó el departamento que rentaba. Testigos de su salida advierten que fue de una manera violenta, la agredieron y sus cosas se fueron lanzadas a la calle.
“Hay gente que no está aguantando la presión, porque quizá no saben defenderse de las amenazas que consisten en advertirnos que por cada mes que pasa sin dejar las viviendas las rentas se elevarán en cien por ciento. Por ejemplo, si alguien paga seis mil pesos, el siguiente mes serán 12 mil y el siguiente 24 mil pesos. Todos estamos desesperados y confundidos, porque no nos explican la razón de esta prisa porque nos vayamos”, dice otro de los inquilinos.
El joven microempresario revela que otra de las situaciones de acoso y hostigamiento es que le han pedido a los vigilantes que tomen fotos a los vecinos. “Ya se dio la renuncia de un vigilante, porque se negó a tomarnos fotos con el celular. Lo que sabemos es que el guardia se negó a esa orden. Temía que después se viera involucrado en alguna denuncia por acoso. Pobre, posiblemente se quedó sin trabajo”, dice el joven, a quien también le asalta la preocupación sobre su destino económico, pues su forma de vida la había forjado en este inmueble del exantiguo pueblo de Tacubaya.
El Edificio Ermita, construido en 1931, fue concebido en el estilo Art Déco por el arquitecto mexicano Juan Segura —sobrino de Isabel Pesado, esposa del millonario Antonio Mier— como un espacio mixto. Es decir, con un uso para vivienda y para el comercio, incluso para el esparcimiento, con la inclusión de un cine que es hoy es el Teatro Hipódromo Condesa.
Afectados, los locales comerciales. La decisión de los dueños del emblemático inmueble —catalogado con valor histórico— también les pega a quienes rentan locales comerciales.
Es el caso del joven microempresario. “Hace diez años llegué aquí e invertí todo mi capital para levantar un patrimonio que hoy veo amenazado ante la petición de dejar la vivienda y mi fuente de ingresos. Ya me están cobrando junio, cuando apenas va corriendo el mes. Todo es un acoso. Nos somete a un estrés porque sólo pensamos: ¿Qué vamos a hacer?”.
Es el caso de otro locatario, que por tener actividades no esenciales, no ha podido abrir el negocio y las rentas siguen corriendo, por lo que su preocupación es de dónde va a sacar los recursos para pagar.
“A mis más de sesenta años, que soy una persona de la tercera edad, tampoco estoy obteniendo soluciones. Yo solicito que la Fundación Mier y Pesado haga públicos a todos los inquilinos y locatarios sus planes y políticas a aplicar ante la remodelación del Edificio Ermita en medio de esta contingencia. Que actúen como una Institución seria de asistencia a la comunidad, y no como un grupo mezquino e insensible de cobardes”, señaló el señor con un dejo de desesperación en la voz.
Copyright © 2020 La Crónica de Hoy .