
A ocho meses de la explosión del mercado de artesanías pirotécnicas San Pablito, en Tultepec, Estado de México, no hay avances en la construcción del nuevo centro de venta, a vísperas de una fecha importante para la venta de cohetes, como lo es el 15 de septiembre.
La derrama económica que deja la venta de cohetes en este pueblo es parte medular en la economía local, pues si los coheteros no venden, ellos tampoco, dijeron a Crónica comerciantes y pobladores,
El gran motor mercantil de este poblado, que colinda con Coacalco, es la pirotecnia. Si bien, la fabricación, la distribución y la venta de cohetes residen en los comerciantes, ellos son los últimos y los más importantes en la cadena de esta actividad, de lo cual obtienen una ganancia los tlapaleros, los que venden pinturas, los comerciantes de materia prima, los obreros de los talleres, los vendedores de comida y los prestadores de servicios en esta comunidad. Sin embargo, con el tianguis de San Pablito sin operar de manera normal, toda esta cadena económica cada día presenta más y más pérdidas.
Esta actividad inicia con la elaboración del polvorín. En un taller se dedican a crear estos “dulces visuales” –como María, una trabajadora del polvorín, les dice a los cohetes–, desde la preparación de la pólvora para cada uno de los tipos de pirotecnia que hacen, desde hoyitas, buscapiés, silbadores, velitas, etc. Cada artículo lleva una mezcla especial de pólvora y se pasa al armado o tejido, para continuar con la parte de la pintura o decoración y, por último, el empaquetado.
En cada taller, trabajan en temporada alta entre 17 y 20 personas, cada una trabaja a destajo, a quienes se les paga por la cantidad de producto terminado. En uno de los talleres, Raúl, un hombre de aproximadamente unos 35 años, contó a Crónica que lleva trabajando en el taller artesanal de pirotecnia más de cinco años, que de él dependen sus tres hijos y su esposa. Raúl hace hoyitas, al día hace aproximadamente de una a dos cajas de este artículo, lo que viene siendo alrededor de unas dos mil piezas. Lo que en términos reales le asegura llevar a casa entre mil y mil doscientos pesos.
La mayoría de los pobladores de Tultepec se han dedicado desde hace muchas generaciones a la elaboración artesanal de cohetes. En varios talleres se ven a familias trabajando, la hija, el papá, la abuela, todos adultos haciendo con sus manos todo el proceso que conlleva fabricar un cuete. Desde la mecha, hasta el pintado. Rosa, una señora de 60 años, contó que desde la explosión en el tianguis, la venta ha bajado y que tanto para ellos como para el carnicero.
Doña Rosa cuenta a Crónica que “aquí pasan los de los carritos con comida y pues yo no tengo para comprarles ahorita, hasta que se empiece a mover el producto, si yo no tengo ingreso pues no tengo para comprar carne, el mismo carnicero me ha dicho, que sin el tianguis a él le va muy mal. Pasa con todos los comerciantes. Desde quien me vende el blanco de España, el carbón, hasta el de la pintura. Todos tiene familia y pues Tultepec ha sido cohetero siempre y de esto se vive”.
Todos los talleres que visitó Crónica contaban con los permisos para poder fabricar y para la venta de estos productos. Sin embargo, comentaron que son muchas trabas, hay mucho proceso engorroso para poder solicitar los permisos necesarios. Cada bodega la tienen aislada unos 35 metros de distancia, como se los marca la norma, cuentan con las medidas de seguridad y con el equipo para prevenir algún accidente.
Los locales de materia prima cierran temprano, los almacenes o bodegas donde se resguardan las artesanías pirotécnicas están al tope, ya no hay mucha producción puesto que no han podido sacar el producto al mercado, ya que el tianguis aún no está listo ni lo estará para el 15 de septiembre, una fecha importante para la economía de Tultepec. Ante esto, artesanos y distribuidores adaptaron en carpas y mesitas una forma de venta. El cliente llega y pregunta. Los vendedores comentan el tipo de mercancía que hay en la bodega y que si gusta los lleva para que efectúen la transacción en el taller o almacén. Algunos de los clientes que ya ubican a su proveedor, se van con ellos al almacén, otros dudan un poco y aceptan. Hay quienes rechazan la propuesta y se marchan.
Los vendedores están compitiendo por acaparar al comprador, convencerlo de llevarlo al lugar donde guardan los cuetes y vender. Carlos, uno de los vendedores de San Pablito, dijo a Crónica que hay muchos de sus compañeros que efectivamente llevan la mercancía que revenderán a sus casas puesto que ya no tienen dónde guardarla, antes se quedaba en el local del tianguis, y de igual manera llevan a los clientes. Aclaró que no todos, que la mayoría tiene convenio con los talleres o tiene su propio almacén con los permisos en regla. El presidente de los comerciantes del tianguis, German Galicia, dijo a Crónica que las autoridades del Estado de México no cumplieron con la promesa de hacer todo lo posible para que se reconstruyera el mercado de pirotecnia. Apenas se pueden ver trabajos de construcción que no llevan ni un 50 por ciento de la obra, y la temporada fuerte está a la vuelta de la esquina.
Germán contó que ha sido todo un desafío, enfrentarse a lo que fue un accidente muy doloroso, que mantiene un gran estigma en el pueblo, ya que se les satanizó y eso ha mermado la venta de este producto que sostiene a muchas familias.
El líder de los coheteros dijo que iría por la tarde al aeropuerto a recibir a uno de los niños afectados hace casi un año, “no crean, es todo un proceso. El pueblo estuvo muy triste, y todo por un accidente humano, no creíamos que iba a pasar, estábamos muy seguros de que nunca sucedería algo como lo que sucedió en diciembre”.
Aseguró que “tenemos una gran responsabilidad con los productos que manejamos y por este motivo cada que vendemos, procuramos decirle al cliente cómo funciona el artículo que lleva, y se le aconseja no dejar a los niños solos con el explosivo”.
En el tiempo que Crónica estuvo en el mercado, había familias completas en busca de los cohetes. Pese a que escaseaban vendedores, se veían pasar los clientes y llegaban los carritos con tacos, fruta y nieve. Poco a poco se veía movimiento, pero no el de siempre, el de antes de la tragedia de hace ocho meses.
El altar a San Juan de Dios, santo patrón de los artesanos de la pirotecnia y de todos los que viven en Tultepec, se ve lleno de adornos, en casi cada esquina, o taller de pirotecnia que aparece, lleva consigo veladoras y plegarias. Plegarias para que se vuelva a levantar el tianguis de San Pablito.
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