Opinión

Erradicar, reducir y superar la pobreza, prioridad del Presidente

Ciento cuarenta y nueve países ratificaron el compromiso de combatir la pobreza en 2019 a través de la reducción a la mitad del porcentaje de personas cuyos ingresos fuesen inferiores a un dólar por día.

Cuartoscuro

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A partir de ese escenario, la lucha contra la pobreza, se inscribió en la agenda gubernamental y en el objetivo común de muchos países a nivel mundial. Y su reducción o erradicación en la meta de las políticas públicas.

No obstante, existe un debate continuo sobre las nuevas conceptualizaciones de la pobreza y sus métodos de medición, lo que conduce a que varios grupos de personas sean caracterizadas como pobres, generando diferentes políticas para la reducción de la pobreza. Pero, a pesar de la variedad de perspectivas, cada vez más las reflexiones frente a este tema tienden a preocuparse por mirar la pobreza más allá de un enfoque economicista, traducido en bajos ingresos e insuficiencia de bienes materiales, hacia una mirada más sociológica, que incluye aspectos cualitativos relacionados con los derechos, las capacidades y titularidades. Esto repercute directamente en la formulación, implementación y evaluación de las políticas públicas.

Tomando como categoría de análisis de Pierre Muller, se revisan las diferentes conceptualizaciones de la pobreza, los distintos enfoques y métodos de medición, y se examina la pobreza rural, asumida como el referencial sectorial de la política, por tratarse del campo de intervención donde se sitúa la mayor población que vive bajo esta condición y en el que el rostro de la pobreza adquiere un significado particular. Esto facilita la comprensión de las orientaciones que han tenido las políticas públicas.

En el análisis de las políticas públicas, una primera inquietud que surge es conocer la situación percibida como insatisfactoria. En el caso de las políticas de lucha contra la pobreza, preguntarse qué se entiende por pobreza o cómo se concibe a los pobres es el punto de partida para comprender, en primera instancia, cuáles son las orientaciones que tienen las políticas en esta materia. Encontrar una respuesta no es fácil y depende de la representación social y política que se haga del problema y de la población objetivo, o sea de la pobreza y de los pobres, lo cual, a partir de la perspectiva de Pierre Muller corresponde a la referencia de la política pública, que tiene que ver sobre la realidad de la que se quiere intervenir. Es en referencia a esta imagen cognitiva que los actores van a organizar su percepción del problema, confrontar sus soluciones y definir sus propuestas de acción.

De este modo, para Muller, el referencial de las políticas tiene que ver con la visión que se tiene del puesto y del papel del sector considerado en la sociedad.

Las propuestas que se pueden hacer en cuanto a una política de salud dependerán de la representación que se hace del estatuto de la enfermedad en la sociedad moderna y del estatuto del personal encargado de poner en marcha los sistemas de cuidados. Es así como una política pública esencialmente curativa descansa en una representación de la salud como ausencia de enfermedad, donde un estado de buena salud se define negativamente por ausencia de enfermedad.

En esa perspectiva, las políticas de lucha contra la pobreza dependerán, por lo tanto, de la interpretación y representación que de la pobreza y de los pobres se haga. En este punto, la literatura registra una gama de conceptos en torno a la pobreza, los cuales han ido evolucionado, pasando de una visión unidimensional cuantitativa (estrictamente económica) hacia un examen más sociológico, integral y polifacético, producto del interés que surge en las investigaciones por conocer los contextos específicos en que se desenvuelve la gente pobre y que la muestra en sus dimensiones culturales, ambientales, territoriales, demográficas, socio-políticas, de género y hasta cognitivas. Así, se encuentran interpretaciones que relacionan la pobreza con niveles bajos de ingresos, con necesidades básicas insatisfechas, con situaciones de exclusión3 social y con la carencia de dotaciones, titularidades y capacidades.

La complejidad del término «pobreza» se evidencia en la gama de referenciales que de ella se hace y que reflejan la dificultad para encontrar una interpretación formal de este concepto. Mientras que para Schreuel pobreza significa exclusión: exclusión de los beneficios, exclusión de la participación en los procesos de cambio, significa no tener acceso a servicios y derechos esenciales», autores como Schteingart y Boltvinik coinciden en ver la pobreza en sus múltiples dimensiones. Para Schteingart la pobreza además de ser multidimensional, es un fenómeno heterogéneo y multifacético que no puede reducirse al análisis del ingreso o del acceso a un conjunto de bienes de consumo y Boltvinik considera que el bienestar de los hogares y las personas dependen de seis fuentes: a) el ingreso corriente, b) los activos no básicos y la capacidad de endeudamiento del hogar, c) el patrimonio familiar, d) el acceso a bienes y servicios gratuitos, e) el tiempo libre y el disponible para trabajo doméstico, educación y reposo y f) los conocimientos de las personas.

Desde entradas más humanas y sociológicas, un autor como Amartya Sen, aborda la pobreza como una carencia de dotaciones iniciales de los individuos, que pueden poner en acción capacidades que hacen posible el ejercicio de derechos a través de los cuales es posible obtener una mejora de la calidad de vida de las familias. Perspectiva que condujo a Sen a proponer el enfoque de capacidades y derechos, como una alternativa diferente de ver la pobreza. Bustelo bajo una mirada psicológica, argumenta que el pobre no es tan sólo pobre porque tiene carencia de bienes materiales, sino porque además es hecho pobre para constituirse como dependiente de quien le da la dádiva y administra favores.