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‘Los Cazafantasmas’ de Ivan Reitman: Terror cómico que marcó generaciones

TICKET AL PASADO. A propósito del reciente estreno de una nueva entrega nos remontamos al filme que comenzó el fenómeno en 1984 celebrando a los ñoños

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Fotograma de 'Los Cazafantasmas'.

Fotograma de 'Los Cazafantasmas'.

ESPECIAL

Desde hace cuatro décadas todos sabemos a quién tenemos que llamar si algo extraño sucede en tu vecindario, especialmente si tiene algo que ver con fantasmas. Ya sea por la icónica canción de Ray Parker Jr. o por la capacidad de mezclar el terror con la comedia, no cabe duda de que Cazafantasmas es uno de esos clásicos que han dejado huella y que crearon un impacto cultural que ha trascendido la década de los 80 en la que fue creada, alimentando el imaginario de chicos y grandes por igual.

No cabe duda que 1984 fue un gran año para Hollywood, pues al lado de los queridos Cazafantasmas de Reitman la gente encontró a los desastrosos Gremlins de Johnston, al Terminator de Cameron, incluso al asesino de tus pesadillas, Freddy Krueger con Pesadilla en la Calle del Infierno de Craven. Pero ¿qué tienen este cuarteto de científicos neoyorquinos que los distingue de los demás que ha hecho que crezca el cariño por la franquicia?

Uno de los sellos distintivos de Los Cazafantasmas es que gozan de un sentido del humor particular que conecta con la gente inadaptada. Egon Spengler (el difunto Harold Ramis), Ray Stantz (Dan Aykroyd) y Peter Venkmann (el carismático y siempre sarcástico Bill Murray) son los rechazados, aquellos que normalmente la sociedad tacha de ñoños o geeks y decide no escuchar hasta que sea completamente necesario, justo en el momento donde tienen que mostrar ese valor.

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A eso, sumémosle la locura de lo paranormal y el punto de que sus acciones aparentemente chuscas y descabelladas logran siempre hacer el bien, salvando (sin dejar uno que otro desastre o daño por ahí) a la gente de los entes espectrales que los persiguen, ya sean un flotante y baboso fantasma tragón y verde, una bibliotecaria irritable capaz de darte el susto de tu vida si haces ruido, o un despiadado conquistador de mundos con sus sabuesos infernales.

Aunque, siendo honesto, el vínculo que quien escribe crea con los Cazafantasmas no se crea en 1984 sino unos años después gracias a la magia de la televisión y el Canal 5, que en uno de sus ciclos de viernes de terror a las 10 de la noche, pasó esa primera cinta (con todo y sus cortes a pesar del horario, mismos que no notaría hasta años después al rentarla). Fue una noche, al ver al Hombre de Malvavisco caminar por las calles de Nueva York que el corazón de un pequeño cinéfilo latió con fuerza y dijo: “wow”.

Esa es otra de las virtudes que tiene este relato creado por los actores Ramis y Aykroyd que, en Ivan Reitman encontraron al director perfecto para darle vida a una alocada (y probablemente no infantil) historia sobre cuatro ñoños que salvaban el mundo al vencer al gran destructor en forma de esa enorme criatura de cara sonriente, blanco pero malévolo. La magia creada por ellos dejó una huella imborrable en el imaginario de un pequeño que, tiempo después y ya más consciente, podría ver la secuela en cines, ofreciendo una cinta tan entretenida como familiar a través de estos genios aventureros poco valorados.

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Para un individuo que fue y sigue siendo bulleado por su extraña forma de ser y, si, también por ser ñoñazo, los Cazafantasmas eran unos modelos a seguir, un grupo de héroes que, a pesar de sus extrañas formas de pensar o incluso el rechazo por su inteligencia o rara forma de actuar en sociedad, eran especiales. Si a eso le sumas una canción memorable que sigue resonando en las mentes de todos, hayan visto o no las películas, y un montón de efectos prácticos dignos de la magia del cine pura, tienes una fórmula exitosa.

Tal es el impacto que ha tenido esta franquicia que la han querido rehacer con un enfoque diferente, la han revivido y han continuado ese legado original y se ha colgado la medalla de ser un filme que captura no sólo un relato divertido de inadaptados, sino del humor y el imaginario de una década al ser usado como referente en series como Stranger Things o incluso, explorar otras expresiones artísticas como los cómics y un par de series animadas memorables en los 80 y 90 que siguen demostrando que cazar fantasmas le hace a uno bien.

Cuatro décadas después y siendo un adulto (medio) funcional, los Cazafantasmas se erige como una de las películas que acercó al terror cómico no sólo al autor de estas palabras, sino a toda una generación que, más allá de la mercadotecnia y todo lo que se relaciona a la franquicia, sigue pasando su mochila de protones a los más jóvenes, mostrando el poder que una cinta tiene para conectar con la gente. Y, eso sí, aún sabemos a quien llamar en caso de cualquier fantasma sin tenerle miedo.