‘Kinds of Kindness’: ¿Alegoría cristiana?
CORTE Y QUEDA EN CANNES. El más reciente filme del cineasta griego compite por la Palma de Oro de Cannes y es un complejo relato que ha cautivado al festival
crónica escenario en cannes
Dios ha sido el “gran ausente” en el cine de Yorgos Lanthimos. Su filosofía parece acercarse más al absurdo de la condición humana de los griegos. Hay muchas referencias a ello, pero, quizá la más clara sería El sacrificio del ciervo sagrado, cuyo título hace alusión al relato de Agamenón e Ifigenia.
En todo caso, la figura del dios cristiano estaría presente en el cine de Lanthimos como la “tiranía” heredada en las convenciones sociales y normas que hacen a los personajes esclavos de un sistema que los domina sin saberlo. Sin embargo, no podemos ignorar el hecho de que Yorgos reconoce al cineasta católico por excelencia, Robert Bresson, y al cristiano ortodoxo, Andrei Tarkovski, entre sus más grandes influencias.
La figura de dios ha hecho una aparición más explícita en los dos más recientes filmes de Lanthimos, y ha sido encarnada por el mismo actor, Willem Dafoe que se llama justo así, dios, en Pobres criaturas (2023), y Raymond en Kinds of Kindness, su más reciente filme estrenado en Cannes este viernes.
En la primera, en forma hiperbólica y grandilocuente, Lanthimos sustituye la crítica al omnipotente dios de la religión con la del patriarcado opresor decimonónico. En Kinds of Kindness (afortunadamente), modera el tono y presenta a un dios contemporáneo en la forma de Raymond (Dafoe), el abusivo dueño de una gran constructora.
La misma presentación de Kinds of Kindness como un tríptico en forma de farsa apunta hacia el tema de la trinidad cristiana. Antes de que aparezca la primera imagen de Kinds of Kindness, escuchamos la canción “Sweet dreams” de Annie Lennox:
“Everybody's looking for something
Some of them want to use you
Some of them want to get used by you
Some of them want to abuse you
Some of them want to be abused
Traducción:
“Todos buscan algo.
Algunos quieren usarte.
Algunos quieren ser usados por ti.
Algunos quieren abusar de ti.
Algunos quieren que abusen de ellos
Es en particular la última línea de la canción donde se revela el asunto del que va a tratar el episodio titulado “La Muerte de RMF”. Un tema que ha tratado en otras de sus películas, pero que aquí se vuelve central y se trata del libre albedrío, tema fundamental en la moral cristiana.
Lanthimos juega con el espectador y le pone claves en la pantalla para que descifre el elaborado rompecabezas que ha diseñado. Robert, (Jesse Plemons), es empleado de una firma arquitectónica. Su vida aparentemente perfecta en un suburbio estadounidense que parecería de los años 60 (época de la pesadilla que se escondía detrás de las bardas blancas y jardines impecables), se apresta a ir a la oficina. Se le informa que el jefe lo humilla empezando por su apariencia física (está demasiado flaco).
— ¿Estás comiendo lo que te he dicho?
— Sí, por supuesto
— No parece. Nadie puede tomar en serio a un flacucho como tú.
Resulta que desde la dieta hasta el momento de hacerle el amor a la esposa, el jefe Raymond controla la vida de su empleado. Este le asegura que se esforzará más todavía en cumplirle sus deseos y acepta todos los abusos como abnegado Job.
Con la ira del dios del Viejo Testamento, Raymond le pide a Robert/Abraham el último sacrificio: debe matar a alguien. Lo interesante de la historia y es aquí donde Lanthimos nos pone a especular. Entre las órdenes que Raymond le da a Robert, está la de leer Anna Karenina. El tema del adulterio y su castigo se verá hasta el tercer episodio, pero hay una referencia indirecta a otra figura de la literatura rusa que nos habla de la incapacidad de los seres humanos de ser libres.
En Los Hermanos Karamazov, Iván cuenta la historia del Gran Inquisidor. En el relato, Jesucristo resucita en la Rusia medieval y las autoridades de la iglesia le prohíben que se haga presente entre los humanos. El gran inquisidor le explica que el libre albedrío es una desgracia para los seres humanos y que no les debe infligir ese castigo; que es mejor que sigan las reglas de la religión.
Lo mismo sucede con Robert, quien se siente lo suficientemente fuerte para negarse al último sacrificio que le pide Raymond, y este lo elimina de su vida. Cuando Robert se ve en completa libertad, no sabe qué hacer y deambula perdido y suplica a Raymond que lo vuelva a cobijar bajo su manto.
En el segundo episodio “RMF Vuela”, reaparece veladamente otro gran tema del cristianismo. Daniel, un policía (interpretado también por Plemons), está desolado porque su esposa ha desaparecido en un barco donde realizaba una misión de investigación marítima. Pasan los días y la posibilidad de que regrese, disminuyen. Daniel recibe llamadas telefónicas, pero no puede escuchar bien porque hay interferencia. Finalmente contesta y alguien claramente le dice que han encontrado a su esposa, Liz (Emma Stone).
Aunque Daniel debería estar feliz por el regreso (resurrección) de Liz, el policía sospecha que la mujer que es idéntica a su pareja, la está suplantando. Mientras dura ese período de sospecha de que la “verdadera” no ha regresado, Daniel comienza a actuar extraño y se niega a comer. Sorpresivamente, lo único que se le antoja es la carne misma de su mujer. Es imposible no pensar en la hostia y el simbolismo de comer la sangre y carne de Cristo en lo que nos preparamos para su regreso.
El tercer episodio “RMF se come un Sándwich” es mucho más explícito en sus alusiones cristianas. Emily y Andrew (interpretados por Stone y Plemons), son una pareja que pertenece a un culto extraño que anda en búsqueda, no de un hombre, sino de una mujer que reviva a los muertos.
El líder de la secta es interpretado nuevamente por Dafoe, quien exige a sus seguidores que se mantengan absolutamente puros. El bien mayor que ofrece la secta es un agua bendita de la que todos los miembros toman. Es en este último episodio donde al fin podemos ver la relación con Anna Karenina mencionada en el primero. Emily tiene una hija pequeña con otro hombre y tiene que ir a verla a escondidas. El padre de la niña es un abusivo y Emily tiene que complacerlo para que la deje verla.
Ya no es la sociedad la que repudia el adulterio de Emily/Anna, sino la secta que descubre que hay algo impuro en el cuerpo de la mujer que acaba de ser drogada y violada por el ex marido. Como ya no es digna de pertenecer a ellos, la expulsan diciéndole: “tener marido y criar un hijo no es lo peor que le puede pasar a alguien”, de ahí condenándola a ser una persona completamente “normal”, un pecado en el universo de Lanthimos.
Uno espera de Lanthimos que cree desazón en el espectador y que sus películas sean discordantes, en el tono, los encuadres, lo artificioso de las actuaciones y los decorados, las explosiones inesperadas de violencia y los diálogos forzado, pero Kinds of Kindness nos da eso, pero de una forma mucho más controlada.
Hay un trasfondo que se puede adivinar y patrones que unen y significan las tres historias. Aquí, Lanthimos no se toma en serio y juega con el espectador y las claves que le va enviando a lo largo de la película. Atrás quedó la pomposidad sin humor del “gran mensaje” dizque feminista de Pobres Criaturas. Menos mal.