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La monja suicida y su amante asesinado
Quien hoy día pase por la calle de Belisario Domínguez y mire el enorme templo de La Concepción, y perciba el descuido del rumbo, la tierra de años, los indigentes acurrucados en sus muros viejos de siglos, difícilmente podría adivinar de que un día fue la iglesia adyacente a uno de los conventos más ricos y poderosos de la Nueva España. La Concepción poseía numerosas fincas, y los terrenos de sus claustros se adornaban con una rica y hermosa huerta. Nada de eso existe ya, salvo la memoria de un suicidio por amor, detonado por la ambición de los hombres.Bertha Hernández -
Jorge Cuesta: un poeta atrapado en la locura
Cuando finalmente se quitó la vida, no importó a la fuente policiaca de la ciudad de México que se tratara de uno de los poetas notables de aquellos días. La nota roja es exigente, y la historia, atormentada y trágica de aquel veracruzano resultó apetitosa para los redactores de la época. Hubo, incluso, alguno que presumió, desde las páginas de su diario, ser el único que se había ocupado de aquella muerte para convertirla en tinta y papel de periódico.Bertha Hernández -
Los castigos inquisitoriales: fuego, cárcel y tortura hasta por bailar
Si algo tenía bien instrumentado el Tribunal del Santo Oficio de la Nueva España, era su aparato burocrático. Escribanos, copistas y archivistas al servicio de los señores inquisidores hicieron tan bien su trabajo, que hoy día, cuando se vuelven a leer esos papeles, viejos de siglos, es posible ver el alcance de las penas corporales y los castigos públicos que pretendían que hombres y mujeres escarmentaran en cabeza ajena, a la vista de la sangre y la hoguera.Bertha Hernández -
El Sapo, un multiasesino insólito
Sin duda, era uno de los personajes más perturbadores que habitaron en la Penitenciaría de Lecumberri. Con desparpajo, narraba un rosario de crímenes, sin el menos asomo de inquietud, vergüenza o culpabilidad. Es más, estaba orgulloso de algunos de aquellos sucesos. Tanto, que hasta ensayó su autobiografía.Bertha Hernández -
Muerte en el Río Bravo: así terminó el general Lucio Blanco
La llegada al poder de los sonorenses dejó un rastro de rencores que, como brasas, siguieron ardiendo por mucho tiempo. Entre esos enconos, estaban los de los carrancistas, que nunca tuvieron temor de señalarlos, en voz alta, como los asesinos de don Venustiano. Álvaro Obregón llevaría adelante su presidencia, con la constante sombra de sus enemigos. A todos, el presidente manco les respondería con violencia brutal.Bertha Hernández -
Gloria y muerte del general Rafael Buelna, “El Granito de Oro”
Enero de 1924 estaba lleno de muerte. La rebelión delahuertista desató la furia de los obregonistas en el poder. A pesar de la dispersión, y de la ausencia de un mando efectivo que diera coherencia y capacidad, la sublevación militar logró, en algunas regiones del país, avanzar y hacerse de pueblos y ciudades. La incursión rebelde en el Bajío les costó la vida de un joven general del que sus cercanos aseguraban que tenía madera de héroe. Pero, se sabe, los elegidos mueren a corta edad.Bertha Hernández -
Tiempo de venganzas: la muerte de un ex secretario de Gobernación
La Decena Trágica y los asesinatos de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez no solo interrumpieron una incipiente democracia; provocaron una sucesión de ajustes de cuentas, de cobros de agravios pendientes, fueran reales o imaginarios. Muchos de ellos terminaron en algunos de los asesinatos más terribles de nuestra historia política. Pero en ese remolino de violencia también se sembró la semilla de nuevos rencores que se saldarían a la vuelta de pocos añosbertha hernández -
El frágil equilibrio y la tragedia del faquir Wieckede
A pesar de la guerra mundial, a pesar de los crímenes de Goyo Cárdenas, la ciudad de México no perdía capacidad de asombro en el lejano 1943. El alboroto empezó a crecer en el verano de 1943, cuando un peculiar aventurero, que se decía capaz de actos deslumbrantes, anunció su máxima hazaña, la que le permitiría retirarse con los bolsillos repletos de dinero. Todo el mundo lo admiraría: el Fakir Harry se convertiría en un personaje inolvidable. No imaginó la forma en que pasaría a la crónica inmensa de la capital del paísbertha hernández -
Hoguera para Cotita, La Estanpa y muchos más: historia de una persecución
Hoy día hablaríamos de crímenes de odio. Pero hace poco más de 350 años, formaba parte de la vida, y de la impartición de justicia, perseguir y castigar a quienes veían y vivían la vida de otra manera. Una vez más, había castigos corporales de gran violencia, para que nadie pensara que estaba fuera del alcance de la justicia del virrey y de la vigilancia de la Inquisición. Entre 1657 y 1658, la inquisición novohispana enjuició a más de 100 varones homosexuales y varios de ellos murieron quemados, declarados culpables de cometer “el pecado nefando”.Bertha Hernández -
Sangre en la Plaza Mayor: crímenes y castigos ejemplares
Quizá el crimen más famoso de los trescientos años de orden virreinal fue el del comerciante Joaquín Dongo, en la Nueva España. En él, como en tantos otros, se esperaba que las sanciones disuadieran a cualquier otro desocupado a cometer actos ilícitos. Por eso, y porque convenía que a los virreyes se les temiera antes que respetarlos, los grandes castigos de aquellos días eran públicos y brutalesBertha Hernández -
Las 781 cicatrices de María de Jesús Gress
Hay historias oscuras que no terminan en muerte, pero no por ellos son menos violentas. Un día de invierno de 1930, una mujer sintió que estaba cerca del abismo, y pidió atención médica. Lo que descubrió el galeno que la examinó reveló un infierno que duraba ya casi una década.Bertha Hernández -
La solitaria muerte de Abraham González
En la debacle que desencadenó el golpe militar de Victoriano Huerta, la muerte, como la huella que genera una piedra arrojada al agua, se expandió, lenta pero segura, por todo el territorio mexicano. Las primeras víctimas serían los maderistas de la primera hora. Donde quiera que estuvieran, en la posición política en que se encontraran. Todos, a los ojos del huertismo, eran muy peligrosos. Había que desaparecerlos antes de que alcanzaran a reaccionar.Bertha Hernández -
“Dead bandit”: así mataron a Pascual Orozco
Para las narrativas convencionales de los movimientos revolucionarios, aquel maderista de la primera hora, chihuahuense, se convirtió en traidor desde el momento en que criticó los lentos procesos del maderismo triunfante. Proscrito como rebelde, se convirtió en el terror de los capitalinos. Cuando le llegó la muerte, fotografiaron su cadáver como el de un delincuenteBertha Hernández -
Desapariciones forzadas: nadie supo nada del diputado Pastelín
En la oscura historia de la Decena Trágica y el régimen de Victoriano Huerta hay todavía crímenes sin resolver. Tal es el caso de un joven oaxaqueño, diputado suplente, decidido a unirse a la rebelión armada que se fraguaba en el norte. La oleada de violencia política intentó desaparecer su memoria. Fueron muchas las voces que señalaban al médico Aureliano Urrutia como el artífice del huracán que se llevó al legisladorBertha Hernández -
Tras los asesinos de Belisario Domínguez
Durante febrero de 1913 ocurrieron algunos de los peores crímenes políticos que registra la historia de México. Se sabe que el presidente Madero, su hermano Gustavo y el presidente Pino Suárez fueron asesinados con lujo de brutalidad. Suerte semejante corrieron algunos legisladores que se atrevieron a denunciar en voz alta el golpe de Estado que llevó a Victoriano Huerta a la presidencia de la República, y de la ilegalidad que subyacía en aquel nombramiento. Pero muchos detalles se sabrían años después, y la justicia se tardó en llegar.Bertha Hernández -
Después de Huitzilac: el largo rencor
Uno de los crímenes políticos más conocidos de la historia de México es el ocurrido en octubre de 1927, cuando el general Francisco R. Serrano y un puñado de seguidores suyos fueron asesinados en las cercanías de Huitzilac, en la vieja carretera a Cuernavaca. La orden del presidente Plutarco Elías Calles era terminante: Álvaro Obregón regresaría a la presidencia de la República aunque en el camino quedaran tendidos todos los que se opusieran. La persecución fue larga y brutal.Bertha Hernández -
Sangre en la Alhóndiga, y el asesinato del intendente Riaño
El movimiento independentista de hace 213 años tiene una faceta oscura y violenta. Acostumbrados como estamos a conmemorar, cada año, la narrativa épica y heroica de un pueblo que se levanta en armas en busca de su derecho a decidir su vida por sí solo, la relación de batallas, invasiones y saqueos se queda atrás. Pero en la guerra de independencia se derramó mucha sangre, se desconocieron amistades, se olvidaron cercanías y se tejieron trágicas historias de familia.Bertha Hernández -
Tiempos violentos: el asesinato del senador Field Jurado
Las luchas por el poder que desembocaron en la rebelión delahuertista, encabezada por el ex secretario de Hacienda que cantaba ópera, desataron la violencia en la ciudad de México. Quienes habían manifestado sus simpatías hacia Adolfo de la Huerta se vieron hostilizados, sin importar que pertenecieran a las cámaras legislativas. Algunos lograron escapar de la muerte. Otros no tuvieron tanta suerte.Bertha Hernández -
La falsa suicida y un marido asesino
A veces, la prisa de las redacciones conduce a conclusiones apresuradas. Cuando se trata del seguimiento de una nota, ese apresuramiento puede añadir algún rasgo sorpresivo que le sume relevancia al suceso noticioso. Claro que, en ocasiones, la pifia se vuelve mero detalle, cuando resulta que un hecho trágico se convierte en historia criminal.Bertha Hernández -
“Regaña, pega y no paga”: una historia de hartazgo y horror
Antes que nada, la nota roja es la narrativa de los aspectos más oscuros e imprevisibles de la condición humana. Pero en un extremo están los grandes crímenes, detonados por la ambición, la “vocación criminal”, y del otro lado esas situaciones tope, donde el cansancio, el agotamiento emocional provoca conductas insospechadas: son hombres y mujeres desesperados, seguros de que ya no tienen nada qué perder. Lo único que desean es que su tormento se acabe, y para ello están dispuestos a todo, aunque no se tengan más que 14 años y estén solos en la inmensa ciudad de México.Bertha Hernández