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“El hombre de El Cantil”: el origen de la Fuga del Siglo
En la memoria de los mexicanos de fines del siglo pasado pervivió la historia de aquel gringo riquísimo, que, preso en Santa Marta Acatitla, decidió evadirse de manera espectacular: un helicóptero descendió en el patio de la prisión para sacarlo de ahí. Joel David Kaplan cumplía sentencia por un asesinato, cometido con lujo de violencia, contra un paisano suyo, al que decidió matar en territorio mexicano.Bertha Hernández -
Miroslava, la suicida más bella
La adoraban miles por su belleza; tenía solamente 29 años y era una estrella del cine mexicano. Crecería, ganaría en capacidad y aprovecharía su talento. Al menos, eso creía mucha gente de la prensa de espectáculos. Pero el perro negro de la depresión la acompañaba desde que era una niña. Sus sentimientos eran frágiles, como de cristal. Los amores desdichados la llevaron al abismo.Bertha Hernández -
La tragedia de una estrella: Lucha Reyes, suicida
Parecen tenerlo todo, y se convierten en bellas muertas que, al dejar este mundo, nos heredan los secretos que quisieron resguardar en la eternidad. Entonces, esos rostros se vuelven carne de nota roja, se revelan pasiones, fracasos, soledades inmensas que pocos sospechaban. Pero ya no hay vuelta atrás. Los suicidios de las grandes estrellas de la primera mitad del siglo XX mexicano tocaban el alma de quienes las seguían en el cine o en la radiobertha hernández -
La doble muerte de Lupe Vélez
Ave de tempestades, la actriz Lupe Vélez fue una mexicana glamorosa, de esas que lograron abrirse paso en el fulgurante Hollywood de la primera mitad del siglo XX. Una larga cadena de amores desdichados la llevaron a la crisis emocional que terminó con su suicidio. Pero aquella mujer, que eligió matarse para eludir el escándalo, fue carne de nota roja durante sus funerales.Bertha Hernández -
Anatomía de una tragedia: después del suicidio de Antonieta
Muchos mexicanos conocen la tormentosa ruta emocional que llevó a Antonieta Rivas Mercado, una de las sorprendentes mujeres de hace un siglo, a suicidarse de un tiro en la catedral de Notre Dame de París. También es sabido que uno de los detonadores de esa crisis interna se llamaba José Vasconcelos. Era el abandono, era la soledad, era la angustia. Y en alguna parte, una culpa diminuta, en algún punto del corazón del hombre que quiso ser presidente de México.Bertha Hernández -
El largo rencor: la masacre de Topilejo
Tan brutal como el ejercicio del poder que provocó la matanza de Huitzilac en 1927, fue el golpe asestado en el invierno de 1930 contra los rescoldos del vasconcelismo. Violencia gratuita, alentada desde la paranoia de un presidente manipulado, desde el poder que se extendía más allá del mandato constitucional, y que encontró ejecutor en uno de los personajes más terribles surgidos de los movimientos revolucionarios.Bertha Hernández -
Crimen en la campaña vasconcelista: la muerte de Germán de Campo
El canto de las sirenas acabó por tentar a Ulises. No satisfecho con la vida al frente de la Secretaría de Educación Pública, José Vasconcelos soñó con ser gobernador de Oaxaca, pero no consiguió entusiasmar a Álvaro Obregón y no llegó a la candidatura. En 1929 quiso ser presidente de la República, y se embarcó en una aventura que costó vidas de jóvenes que lo siguieron en aquella lucha.Bertha Hernández -
Muerte y odio en Hollywood: el asesinato de Ramón Novarro
La brutalidad de la represión al movimiento estudiantil de 1968 opacó sucesos y escándalos. Lejos de la vida pública nacional, oscurecida de repente por un golpe de fuerza, un mexicano triunfador moría ahogado en su propia sangre. Los memoriosos lo recordaron en sus días de gloria, asediado, admirado, con esa mirada ausente que brota de los ojos de los dioses hollywoodenses. Pero aquellos tiempos habían pasado, y a aquel hombre, ya anciano, le esperaba una muerte maquinada desde los peores prejuicios. Se trataba de un crimen de odio.Bertha Hernández -
Sofía Bassi o las socialités también matan
Por donde se le mire, 1968 fue un año agitadísimo en México. Desde la conmoción creada por la presentación del cantante Raphael en La Alameda Central de la capital, hasta el movimiento estudiantil. El país había iniciado el año con un caso de nota roja que emocionó a muchos: era la prueba de que los ricos también lloran, sienten… y asesinanBertha Hernández -
Canciones que matan: los narcocorridos y sus estrellas
Al extenderse el narcotráfico por territorio mexicano, cambiaron muchas cosas en el país. No era, no es solamente, un asunto de trasiego y venta de sustancias ilegales. El México de los años 80 aprendía duramente a sobrevivir en los mares oscuros y pestilentes de las crisis económicas. En regiones dominadas por el olvido, por el abandono, por la falta de oportunidades, alguien empezó a ver como héroes oscuros a los protagonistas del fenómeno criminal. No fue raro que empezaran a hacerles canciones, piezas que lo mismo granjean aplausos que balasBertha Hernández -
Casos sin resolver: el asesinato de Víctor Yturbe, “El Pirulí”
Habrá quien diga que los años 80 del siglo pasado fueron tiempos tormentosos para los mexicanos, y tendrá razón. Pero también eran días, comparados con el presente, un tanto inocentes. Sin TLC, sin comida rápida de franquicia en cada esquina, apenas asomaba eso que ahora llamamos globalidad. Poco a poco, el crimen organizado se filtraba por los diversos ámbitos de la vida pública, y a él se le achacaban, en modo especulativo, extraños asesinatos, muertes insólitas, como la de un popular cantante romántico.Bertha Hernández -
El infierno en la tierra tiene nombre: San Juanico
Carlos Monsiváis escribió, alguna vez, que la expansión del narcotráfico y la delincuencia organizada que empezaron en los años 80, masificaron la nota roja: se empezó a hacer común la mención de masacres, de desapariciones y asesinatos colectivos. Pero esa masificación también se hizo evidente en la corrupción, en la mala gestión pública, en el olvido, en el descuido. Todos esos factores propiciaron tragedias como no las había conocido la megalópolis que, hace 40 años, ya era la ciudad de México.Bertha Hernández -
Una noche en el infierno: linchamiento en San Miguel Canoa
No tiene sino sesenta años en que el fenómeno del anticomunismo tumbaba rectores universitarios, satanizaba los libros de texto gratuito y criminalizaba sectores juveniles de la sociedad mexicana. Inevitablemente, aquellas variaciones del conservadurismo que, años antes, censuraban películas y presionaron para vestir a la Diana Cazadora, impregnaban una parte de las descalificaciones al movimiento estudiantil de 1968. De prejuicio en prejuicio, se llegó al asesinato colectivo.Bertha Hernández -
La tragedia del Túnel 29
¿Puede haber una historia sangrienta sin un culpable concreto? ¿Sin una mano criminal? Ocurre, en ocasiones que un asunto de la vida diaria, un concierto, un partido de futbol, es afectado por lo que el lugar común suele denominar “errores humanos”, vicios añejos, malas costumbres, falta de pericia, ausencia de prevención, que, inesperadamente, provocan muerte y dolor. Eso fue lo que ocurrió en mayo de 1985, que, después lo sabría todo México, fue uno de los años más tristes de nuestra historia.Bertha Hernández -
La Acordada: la prisión más odiada y temida de la Nueva España
Pocas instituciones fueron tan odiadas por la clase política liberal del siglo XIX como aquella prisión que todos conocían como “La Acordada”, herencia de los siglos virreinales. Como tantas otras cárceles de su época, era un tugurio miserable, donde la violencia, la corrupción y la enfermedad eran cosa de todos los días. Naturalmente, pasaría a la historia como una escuela de delincuentes, y quien entrara a sus calabozos, por los motivos que fueren, nunca salía de ahí indemne.Bertha Hernández -
1913: La muerte de Gabriel Hernández o la sangre, el fuego, la locura
Aquellos días oscuros de 1913, donde dos golpes militares llevaron al país a la guerra civil, y que terminaron con los asesinatos de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, fueron el principio de una racha de persecuciones y crímenes. Bastaba con que se hubiera sido leal al gobierno legalmente constituido, para convertirse en la presa de los huertistas más exaltados.Bertha Hernández -
Los crímenes brutales de “King Kong”
Cuando la policía mexicana empezó a buscarlo, se encontró con que era lo que los viejos cronistas llamarían un “pájaro de cuenta”, pues su currículum delictivo era muy largo. Los asesinatos cometidos en nuestro país hablaban de alguien con fuerza singular. Cuando lo atraparon, la prensa se dio cuenta de que le habían dado un sobrenombre a la medida.Bertha Hernández -
El vendaval violento de Fidel Corvera Ríos
¿Cómo se llega al mundo criminal? En el México de los años 50, la tentación de la vida fácil y la prosperidad gratuita llamó a un profesor de educación física, que, al ceder, entró en un mundo donde aprovechó formación y capacidades, para convertirse en un peligroso asaltante, y terminar sus días en una oscura guerra carcelaria por el control de la venta de drogas.Bertha Hernández -
El asesinato de “La Muñequita China”
Hubo tiempos en que las bailarinas llamadas “exóticas” fueron las reinas de la noche en México. Vestidas con trajes diminutos, intérpretes de danzas que, se decía, habían aprendido en tierras lejanas, encarnaron los sueños eróticos de muchos mexicanos de la primera mitad del siglo XX. De entre ellas, una murió, arrebatada a la vida en un drama de amores que ya no llevaban a ninguna parte.Bertha Hernández -
Pasiones mortales: el suicidio de la bailarina Téllez Wood
Era otro México. Comenzaban a sonar en el mundo los fragores de algo que se iba a convertir en la Segunda Guerra Mundial. Lázaro Cárdenas gobernaba México y las estrellas de la radio, a quienes adoraban cientos de miles, saltaban a la pantalla de plata persiguiendo la inmortalidad. Se anunciaban los días del cine de oro mexicano. Y en ese mundo se tejía una historia de amores fracasados que terminaron con un tiro que resonó en una calle de Tacubaya.Bertha Hernández