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El infierno por dentro o los crímenes de “El Matanovias”
El nuevo siglo trajo intensos reclamos de justicia ante un fenómeno creciente que toma mil formas y posee una legión de cabezas: el feminicidio. Aún antes de que el empleo de ese término se extendiera en la cultura de los mexicanos, los hechos eran y son innegables: el Estado mexicano no ha logrado frenar la oleada violenta que arrebata vida de niñas, de mujeres, de ancianas; no respeta edad, actividad o nivel socioeconómico. La muerte toma la forma de un desconocido cualquiera, pero también puede ser un padre, un esposo, un jefe. El impulso criminal puede surgir en el sitio menos esperado.Bertha Hernández -
Crimen en la carretera: la muerte del candidato Torre Cantú
Todos daban por hecho que ganaría las elecciones tamaulipecas en aquel accidentado 2010. Pero nunca llegó a su cierre de campaña. Las oleadas de violencia alcanzaron a la política, pero nadie pensaba que, por muy echados para adelante que fueran los criminales que se autonombraban dueños del estado entero, se atreverían a matar a aquel hombre, que era el virtual gobernador electo.Bertha Hernández -
Dijo “no” y esperó a la muerte: el drama de don Alejo Garza
Es historia larga la normalización de la violencia desatada por el crimen organizado. Hay, en el territorio mexicano, regiones que ya no conocen otra ley que la que dictan los narcos o los cárteles de la zona. La gente opta por hacerse invisible, por salir poco, por resignarse, o por escapar, dejando casa, pertenencias. Quienes se rebelan a la brutalidad de ese poderío criminal, se ganan el castigo de las balas.Bertha Hernández -
El rojo verano tamaulipeco: la matanza de San Fernando
Desde que comenzó el siglo XXI, la normalización de los hechos violentos se convirtió en una constante, acaso lenta pero sistemática, en la vida de los mexicanos. La presencia de grupos criminales organizados aceleró el fenómeno y algunas regiones del territorio nacional se volvieron tierra sin otra ley que la de quienes a punta de pistola se habían adueñado de lo que empezaron a llamar plazas. En esa marea de crimen y muerte, nadie estaba, está a salvo. Ni siquiera los migrantes que intentaban llegar a Estados Unidos. Un grupo de ellos fue víctima de una masacre brutal, fuera de lo conocido hasta aquel no muy lejano 2010Bertha Hernández -
Linchamiento: la oscura noche en Tláhuac
Nuestro país llegó al siglo XXI con el recuerdo desvaído de aquel que se llamó “el primer linchamiento en México”, derivado de un intento de agresión contra Porfirio Díaz, ocurrido en 1897. A lo largo de las décadas que siguieron, se documentaron sucesos similares, siempre brutales siempre con una explicación más allá de los límites establecidos por las leyes, y donde nunca hay una sola causa que explique la mezcla de furia, miedo e intereses que llevan a una comunidad a pretender hacerse justicia por propia mano. Los hechos de San Juan Ixtayopan mostraron parte de lo que hoy muchos llaman “el México real”.Bertha Hernández -
Monterrey: Tragedia en el Colegio Americano
Llegamos al siglo XXI y con mayor frecuencia se empezó a decir que éramos, que somos globales, para bien y para mal. En términos culturales, de vida cotidiana, algunas cosas que ocurrían al otro lado de la frontera norte, empezaron a replicarse en tierra mexicana. La normalización de la violencia generó dolorosos sucesos, como el ocurrido en un colegio regiomontano de nivel básico.Bertha Hernández -
El asesino serial que era poeta: El Caníbal de la Guerrero
Porque hubo una familia que buscó a la hija desaparecida, porque hubo quien insistió en denunciar ante la policía que una muchacha no llegó a casa; porque esa vez, el mecanismo policiaco funcionó, es que uno de los peores rostros del mal se reveló en la agitada Ciudad de México, al despuntar del siglo XXI. Pero aquella denuncia sacó a flote una historia terrible, la de un personaje, casi invisible en la megalópolis, que llevaba dentro un brutal impulso asesino.Bertha Hernández -
El Asesino de Cumbres: el doble crimen que cimbró a México
Como una densa marea negra, la violencia generada por el crimen organizado empezaba a permear al país en los inicios del siglo XXI y empezaba a ocurrir el fenómeno que hoy se conoce como “normalización”. No obstante, situaciones límite que generaron brutales historias de sangre, todavía tuvieron la capacidad de estremecer al país entero, como aquel día en que dos pequeños murieron asesinados de manera aterradora.Bertha Hernández -
Crímenes del nuevo siglo: Juana Barraza, “la Mataviejitas”
En el siglo XXI, la “cultura de nota roja” de los mexicanos había cambiado notoriamente. Al despuntar la nueva centuria, la criminalística y la investigación forense se habían refinado, enriquecidas con las herramientas que la ciencia había desarrollado. Todo ese conocimiento saltó a las pantallas televisivas por medio de series policiacas, casi todas de importación. La reaparición de esa figura tenebrosa, la del asesino serial, adquirió nuevas y terribles profundidades.Bertha Hernández -
El miedo tomó las calles: el “mataindigentes” de Guadalajara
Durante décadas, los grandes casos de la nota roja tuvieron por escenario la ciudad de México. No porque en el resto del país no existieran las pasiones desbordadas que terminaban en muerte y sangre, sino porque el andamiaje de la prensa insistía en aplicar un lente de aumento a los sucesos de la capital. Pero a fines del siglo XX, la aparición de un asesino serial en la capital jalisciense, inevitablemente, atrajo la mirada de propios y extrañosbertha hernández -
La vidente, el fiscal y el diputado desaparecido
El asesinato de José Francisco Ruiz Massieu y las investigaciones que del caso se derivaron llevaron a uno de los sucesos más extravagantes en la historia de la criminalidad y la impartición de justicia en México. Del mar de especulaciones se intentaba trazar la ruta que llevara a identificar a los auténticos autores intelectuales del crimen. Entre los señalados, estaba un diputado tamaulipeco que desapareció sin dejar rastro, y al que las autoridades intentaron, incluso, hallar mediante “métodos paranormales”.Bertha Hernández -
El año terrible: la muerte de José Francisco Ruiz Massieu
México ha pasado por épocas oscuras y aciagas. Pocas, en el pasado reciente, como los agitados años noventa del siglo pasado. Muchos de los habitantes de nuestro presente todavía recuerdan aquel 1994, lleno de incertidumbres, de temores, de amargas sorpresas, entre las cuales se dieron dos magnicidios.Bertha Hernández -
El año terrible del asesinato de Luis Donaldo Colosio
Para los mexicanos de la última década del siglo XX, hablar de magnicidios era cosa muy lejana, por más que el crimen del cardenal Posadas había sido calificado como tal por muchos de los estudiosos de la vida pública. Pero 1994 fue un año de violencia, de tragedia, de extrañas desapariciones, de desastre económico. Un drama perfecto que fue desgranándose lentamente, desde el momento en que una bala cortó la vida de un hombre que iba en ruta hacia la presidencia de la República.Bertha Hernández -
Crimen en el aeropuerto: así murió el cardenal Posadas
La última década del siglo XX fue oscura y dolorosa para México en más de un sentido. Algunos de los grandes casos sangrientos de la época revelaron lo mucho que había crecido la brutal red del narcotráfico, cuyos líderes perdieron el pudor para solventar sus pugnas en las situaciones que mejor les conviniera, no importaba si se trataba de un sitio público, a plena luz del día, y si, en esas relampagueantes acciones de venganza, se llevaban por delante otras vidas, completamente ajenas a sus luchas. No les importaba, aunque conmocionaran a México entero.Bertha Hernández -
La extraña muerte de Nellie Campobello
Escritora y bailarina celebrada, su presencia se desvaneció en los años 80 del siglo pasado. Alguien reparó en su desaparición. Una pregunta empezó a menudear: ¿Dónde está? ¿Dónde está Nellie Campobello? Pasarían años antes de que se resolviera el enigma. No fue la víctima de un crimen cruento, pero sí del secuestro, del ocultamiento, de la indefensión que acecha a las mujeres y a los adultos mayores. Aquel drama se resolvió con una carroza fúnebre llegando al Palacio de Bellas Artes, para rendirle un homenaje tardío y doloroso.bertha hernández -
Una de abogángsters: el asesinato del Pelacuas
Extrañas vetas de complicidad atravesaban la crónica de la violencia en el México de los años 80. De repente, personajes notorios que se movían en la nebulosa línea que separa lo legal de lo ilegal, acababan rebasados por ajustes de cuentas, rencores que se creían olvidados, o por la mano oscura del crimen organizado. Carlos Morales, apodado El Pelacuas, se movía en una zona de la vida pública y judicial donde se entreveraban varios de los fenómenos de la criminalidad de la época.bertha hernández -
Aureliano Rivera Yarahuán: agente judicial, asesino y secuestrador
Parecía que el México de los años 80 del siglo pasado ya no se asombraba de nada, y menos en materia de nota roja. A lo largo de ocho décadas la memoria criminal del país conservaba historias tremendas y oscuras. Pero México iba cambiando, y nuevas maneras de pensar la vida leían de otra manera las historias de sangre. Se habló de causas profundas, de derechos humanos, de corrupción, de impunidad. Pero hubo un caso que estremeció e indignó a todos por igual.Bertha Hernández -
La tragedia del comandante Florentino Ventura
Siempre estuvieron ahí: policías agudos, de cabeza fría, de corazón bien templado; habituados a mirar de frente a la muerte y, si se hacía necesario, sentarse a negociar con el diablo. Detectives, agentes del Servicio Secreto, policías, superpolicías. A esa especie pertenecía aquel hombre que murió de una manera oscura, enigmática, y que, más de treinta años después, tiene todavía un fuerte aroma a crimen sin resolver.Bertha Hernández -
Muerte al anochecer: el asesinato de Manuel Buendía
La década de los ochenta del siglo pasado fue el escenario de un cambio profundo en muchos rasgos de la vida de los mexicanos. La irrupción del narcotráfico a gran escala y de eso que hoy llamamos crimen organizado también propiciaron hechos insólitos, como el homicidio de quien era, a mediados del decenio, el columnista más prestigiado del periodismo nacional.Bertha Hernández -
Un crimen brutal… e inexistente: el caso del bebé Cerelac
En los años ochenta del siglo pasado, México empezaba a formar parte de eso que todavía no llamábamos globalidad, pero que era ya muy perceptible. El sonido, la textura de otras tierras llegaba más allá de los discos de rock y de pop. Pero también el ejercicio de la violencia y la criminalidad tomó otros derroteros, empezaba a reflejarse la presencia de las mil rutas del narcotráfico: de ese oscuro bosque nacieron historias terribles que acaso no eran ciertas pero sí perfectamente verosímiles.Bertha Hernández